John Pohl, LOS CÓDICES MESOAMÉRICA
de John Pohl

LOS AZTECAS: SOCIEDAD AZTECA

Guerra

Durante el curso de las excavaciones dentro del relleno de la matriz del Gran Templo, los arqueólogos han encontrado hordas de cáscaras, cuentas de jade, máscaras de piedra verde, huesos de jaguar, cocodrilos, vasijas de polícromo exquisitamente pintadas, tentadores fragmentos de lo que una vez se tejió bellamente, textiles bordados y una inmensa serie de otros materiales exóticos. Los investigadores no sabían como explicar la presencia de estos escondites hasta que consultaron el Códice Mendoza, un libro azteca pictográfico preservado en la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford. El manuscrito inventora el tributo entero del imperio por un año. Signos jeroglíficos nombran a ciudades y provincias conquistadas a lo largo del siglo quince. Aparecen pictografías para la comida básica como el maíz, el fríjol y la calabaza pero la mayoría de las pictografías representan precisamente la misma clase de materiales exóticos encontrados en las excavaciones.

Imagen - Figura 04 Los folios 42v y 43r del Códice Mendoza ilustran el oro, el jade, plumas, textiles tejidos, y uniformes militares dados en tributo por los reinos principales mixtecos de Oaxaca. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 05 Tributo de Tochtepec (Conejo-Colina) localizado en la Costa del Golfo incluyó piedras preciosas en jade, serpentinas, y turquesas muy similares a piezas encontradas en escondites enterrados dentro del cimiento del Gran Templo en Tenochtitlán. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 06 Tributo de Cihuatlan (Lugar de Muchas Mujeres) localizado en la Costa del Pacífico describe a Spondylus, una rara y valiosa concha. Haga clic en la imagen para más detalle.

Se conocieron muchas sociedades antiguas por sus entierros preciosos de materiales incluyendo trabajos de arte en el mundo. Los economistas han propuesto que tales prácticas sirvieron como mecanismos de nivelación cuando el suministro de algo raro o la labor intensiva excedía la demanda. También sabemos que los aztecas compararon la guerra con un lugar de mercado y parece que había más de esto que tan sólo una metáfora. En sociedades como los mixtecos y zapotecas del sur de México con quienes los aztecas lucharon casi continuamente por setenta y cinco años, la producción y el consumo de cosas de lujo en metales preciosos, gemas, conchas, plumas, y algodón fué restringido a la élite. Incluso se prohibía a los plebeyos usar joyería.

Entre los mixtecas y zapotecas, las mujeres reales eran las que principalmente producían la alfarería y así los reyes buscaban casar a muchas esposas no sólo porque ellas podían forjar nuevas alianzas sino también porque se podían enriquecer intercambiando sus creaciones artísticas a través de la dote, las riquezas de la novia, y otras redes de intercambio de regalos. Considerando que un rey se podía casar hasta veinte veces, cada palacio podía generar lujos medidos por toneladas. Por los años 1200 d.C., los palacios reales a lo largo del centro y sur de las tierras montañosas empezaron a comprometerse con sistemas de reciprocidad competitivos para expandir su posición en redes de alianza. Muchos percibían rápidamente que mientras más grande era la habilidad de una casa real para adquirir materiales exóticos y trabajarlos en joyería exquisita, textiles y trabajos de plumas, más negociable sería el matrimonio. Entre mejor se negociaban los matrimonios, más alto se alcanzará el rango de casa real dentro de una confederación, a su vez mejor acceso tendría a más materiales exóticos, comerciantes, y alfareros. Para abreviar, los matrimonios reales promovían sindicatos.

Imagen - Figura 07 Ilustraciones del Códice Florentino muestra al emperador azteca personalmente con vestido ritual premiando guerreros, regalos tomados en tributo de estados extranjeros. Haga clic en la imagen para más detalle.

Por consiguiente, los escolares están empezando a reconocer que la estrategia azteca de la conquista militar no era sólo afianzar suministros de comida sino también subvertir la economía lujosa de estados extranjeros obligándolos a producir bienes para su sistema propio y único de intercambio de regalos, premios para el valor militar que hicieron que los soldados del ejército imperial dependieran del emperador mismo para promociones en la sociedad azteca. Los extravagantes uniformes vistos en el campo de batalla por consiguiente sirvieron como una prueba gráfica de las clases de agobiantes demandas de tributo que el Imperio Azteca pudo infligir también; los escudos brillando con plumas de raros pájaros tropicales, tocados tallados en caoba con apariencia a los animales míticos sobresalientes, túnicas de algodón tan elaboradamente tejidas y bordadas que se comparaban con la seda. Los archivos sobrevivientes nos dicen que no menos de 50,000 capas tejidas al mes eran enviadas a Tenochtitlán por las provincias conquistadas. La perspectiva de ser obligados a subvertir sus cualidades artísticas a la producción de uniformes militares que eran entonces redistribuidos a un ejército siempre hambriento de gloria de señores aztecas y plebeyos semejantes, debió haber sido una proposición aterradora para los reinos de México del sur.

Imagen - Figura 08 Seis niveles diferentes de logros militares se describen en el Códice Mendoza para hombres jóvenes que están destinados a ser sacerdotes. El primero es un novato que ha hecho una captura. Él usa un simple ichcahuipilli o una chaqueta de armadura acolchada. Aquellos que hicieron dos capturas se les premió con un ornamento de pluma blanco llamado tlahuiztli, un traje herméticamente apretado. Una tercera captura daba derecho al guerrero sacerdote a usar un tlahuiztli verde. Una cuarta captura daba derecho al guerrero sacerdote a usar un sombrero cónico blanco y negro adoptado de la gente huaxteca de Veracruz. Los puntos blancos y arremolinados en su escudo significa una constelación de estrellas. Cinco capturas dan derecho al guerrero a llevar un escudo especial adornado con el pie de un águila mientras que los soldados de más rango jerárquico fueron premiados con un tlahuiztli amarillo y un casco tallado en forma de un león montañez. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 09 La reconstrucción de un macuahuitl, el arma preferida del ejército azteca. Tallado en madera dura, se ajustó con cuchillas de obsidiana a lo largo de dos bordes cortantes. El arma era tan afilada como una navaja y su intención era mutilar o deshabilitar al enemigo para capturarlo. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 10 El Códice Mendoza ilustra varios diseños heráldicos para los escudos. Con estos diseños particulares eran premiados, entre otros, los hombres de la élite de lucha llamados Cuahchique. Una muestra viviente de este escudo ornamentado con estas plumas preciosas de pájaros tropicales se preserva en Württembergisches Landesmuseum, Stuttgart, Alemania. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 11 Reconstrucción de un chaleco de algodón acolchado llamado un ichcahuipilli, el vestido de guerrero más básico. Usado bajo el tlahuiztli o ehuatl, el chaleco dio a los soldados aztecos una apariencia formidable robusta. Los cascos eran tallados con madera en una variedad de formas heráldicas incluyendo jaguares, águilas, y un demonio del aire conocido como un tzitzimitl. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 12 Los comandantes del ejército azteca. Los extraordinarios ornamentos de espalda permitían a las tropas tener de vista en sus oficiales durante el fulgor de la batalla. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 13 En la sociedad azteca, la campaña en el campo era solo parte de la batalla. No era suficiente simplemente matar al oponente en un campo remoto. Después de que un enemigo era capturado, él era incapacitado con un collar de madera y llevado de regreso a Tenochtitlán para una presentación formal. La intención era literalmente "traer la guerra a la casa." Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 14 El festival de Tlacaxipehualiztli en Tenochtitlán tiene combates de estilo de gladiadores en los cuales los enemigos guerreros que habían sido capturados eran forzados a defenderse contra guerreros jaguares y águilas. En el mundo de hoy somos testigos de las guerras a través de la televisión para que nosotros mismos podamos confirmar que lo que nuestro gobierno está haciendo para asegurar nuestra seguridad nacional, justifique el costo de los recursos y la vida humana. Las sociedades antiguas no tenían manera comparable para transmitir la imagen de las batallas a su gente, así que las cabezas de estado inventaron maneras de recrear eventos a través de festivales para dar confianza pública. Miles de ciudadanos aztecas participaban en estos eventos, asegurándose que su inversión de suministrar alimentos, fabricación de armas y equipos, y comprometer la vida de sus hijos, les daría a ellos los beneficios de conquista que sus emperadores garantizaban. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 15 Ejecución ritual enmarcada en el Códice Magliabechiano. Era un deber de juramento de cada soldado azteca el de seguir con el legado del gran patriarca Huitzilopochtli; de ser siempre vigilante, siempre preparado para proteger a su familia, su calpulli y su ciudad de aquéllos que destruyeran todo lo que sus antepasados habían logrado con su duro trabajo. Cada cautivo caminando hacia su muerte arriba de los escalones del Gran Templo representaba el odio legendario de sus hermanos que con sus celos habrían matado a Huitzilopochtli. Cada uno volvía a representar el papel del enemigo cósmico, dejando prueba del poder del dios omnipotente, manifestando la habilidad de los descendientes espirituales, sus guerreros poderosos, para reembolsarle por sus bendiciones, en realidad el único sustento que ellos disfrutaron. Cuando el cautivo alcanza la cima de los escalones, es estirado sobre su espalda sobre una piedra y sujetado por cuatro sirvientes. Entonces un quinto sacerdote lleva un cuchillo a su pecho, el trauma del soplo lo mata casi instantáneamente. Así rápidamente el sacerdote corta las arterias del corazón y, levantando la masa sanguinolenta en el aire pronuncia la ofrenda suprema al dios Sol Tonatiuh como "la fruta preciosa del cactus águila". El corazón era entonces quemado en una vasija especial tallada con diseños para representar un águila. El cuerpo sin vida del cautivo es tirado abajo de las escaleras donde llega a descansar al lado de la imagen de piedra de la diosa decapitada Coyolxauhqui. Los aztecas no usaron el término "sacrificio humano" ni ellos consideraron sus actividades rituales de ninguna manera conectadas a tal práctica como fue hecho con ellos mas tarde por los europeos. Para ellos era entonces: nextlaualli, un sacrificio por pago de deuda a los dioses. Haga clic en la imagen para más detalle.
Imagen - Figura 16 El cráneo de un enemigo era exhibido como un trofeo, en una percha de cráneo llamada tzompantli. Los restos de estos tzompantlis han sido encontrados en excavaciones. Haga clic en la imagen para más detalle.

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