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Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language
CAPITULO XVII.
Prosiguen las leyes mas en órden al bien espiritual de los indios.
Mas luce la piedad cristiana, cuando lo temporal y político se instituye para crecimiento del culto divino, honra de Dios, y bien espiritual de las almas. Asi lo ejecutó este gran ministro de su magestad, que habiendo ordenado lo que se ha visto en el capítulo antecedente, prosigue diciendo.
"Iten, ordeno y mando, que todos los pueblos de estas dichas provincias, y naturales de ellos hagan buenas iglesias en sus pueblos, de adobes é de piedra y bien labradas, y aderezadas, como conviene al culto divino; y esto mando que se haga dentro de dos años primeros siguientes, y mando que todos de mancomun hagan las dichas iglesias, y ninguno se escuse. Y asi mismo mando, que en ningun pueblo haya mas de una iglesia, donde todos concurran, porque asi conviene á la paz y comodidad de los naturales. Y ningun cacique, ni principal, ni alguacil, ni otra persona alguna sea osado por su autoridad á levantar, ni hacer iglesia, ni oratorio ó hermita. Y si alguna hay hecha, que luego se derribe, y ninguno sea osado á lo contrario, pena de cien azotes. Y no haya mas de una iglesia principal, donde todos concurran las cuales dichas iglesias mando <395> sean muy bien adornadas, y siempre estén limpias, y bien cerradas, de manera, que no puedan llegar ningunas bestias á ellas, y todas tengan sus puertas y llaves, y que ninguno sea osado de dormir en ellas, ni de meter cosa alguna, so pena, &c."
"El bautismo es la entrada para todos los sacramentos, y sin el efecto dél no se puede gozar de Dios. Y para recibirse en los adultos, por lo menos ha de preceder la doctrina cristiana, y creencia de un solo Dios verdadero, y el enseñamiento de su evangelio. Por ende mando, que á todos los naturales de esta dicha provincia se les predique y enseñe la doctrina cristiana, y ley de Dios, para que alumbrados de sus tinieblas, en que han estado, los que quisieren recibirla y ser cristianos, se bautisen. Y para que esto mejor se haga, asimismo, que por toda esta dicha provincia se hagan casas de escuelas para la doctrina en los lugares, y en la forma y manera, que los padres religiosos, que por esta provincia andan, y anduvieren en las doctrinas fuere ordenado y acordado. Y que los caciques y señores, y cada cual en su pueblo den órden, como se hagan las casas para ello, y las sustenten y tengan: y vengan, y concurran á ellas todos los indios naturales de los pueblos, que los dichos padres ordenaren y concertaren. Y los dichos caciques y gobernadores compelan á los dichos naturales, que asi lo hagan, y el cacique ó principal, que en algo de lo susodicho fuere negligente, y lo contradijere, sea preso, &c."
"Y para que haya mejor acierto en el venir los pueblos comarcanos al lugar que se les señalare, y los dias que les mandaren los padres; mando, que en cada pueblo tengan cruz con su manga ó con un paño, y que un indio la traiga delante de todos los del pueblo, y congregacion con mucha veneracion, y todos se alleguen, y recojan debajo de ella, y vengan al lugar y á la doctrina, donde les fuere mandado. Y por el mismo órden se vuelvan siguiendo su cruz, y bandera cada cual pueblo, poniéndose con ella á una parte, que no se junten unos con otros."
"Y si alguno de los naturales de esta dicha provincia (lo que Dios no quiera) despues que se haya predicado el santo evangelio, y despues de ser inducido y atraido por todas vias buenas, á que deje sus ritos, é falsa religion, y se bautice, y reciba la ley de Dios, si todavia fuere pertinaz y rebelde, y se quisiere estar en su infidelidad: si el tal indio impidiere la predicacion de el santo evangelio, y fuere infesto á las cosas de nuestra santa fé, y escándaloso y dañino á los indios cristianos y bautizados, con sus ceremonias é idolatrias: mando que el tal indio ó los que fueren, sean presos y llevados al pueblo de españoles, en cuyos términos aconteciere, para que con acuerdo y parecer de la real audiencia sea castigado con todo rigor, y se ponga remedio en ello, que su malicia no impida al bien espiritual de los indios." <396>
"La predicacion del santo evangelio, y la jurisdiccion y autoridad de poner escuela pública para el enseñamiento de el, pertenece á la autoridad apostólica, y á los prelados, y á quien sus veces tienen. Por ende mando, que ningun indio de esta dicha provincia, de cualquier estado y condicion que sea, sea osado de levantar ni tenor escuela, para enseñar la doctrina cristiana y predicar el santo evangelio, pública ni escondidamente por si y do su autoridad, ni funde iglesia de nuevo, ni pinten ni pongan imágenes en ella, ni bauticen, ni casen, ni desposen á ningun indio ni india, sin licencia y espresa instruccion del prelado de esta dicha provincia ó de los padres religiosos, que anduvieren en la doctrina, so pena, &c."
"Por el santo bautismo profesamos los cristianos la creencia de un verdadero Dios, y renunciamos al demonio y á sus malas obras. Por ende mando, que todo indio é india de esta dicha provincia bautizado y cristiano, que ha recibido la ley de Dios, se aparte y deje sus idolatrias y ritos antiguos, y no tenga ídolos, ni consientan que otros los tengan, y les hagan sacrifiCios de animales, ni de otras cosas, ni con sangre propia, horadándose las orejas, narices, ó otro miembro alguno, ni les enciendan copal, ni les hagan honra. Ni celebren ayunos, ni fiestas pasadas, que en honra de sus Dioses solian celebrar y ayunar, ni consientan, que otros lo hagan pública, ni secretamente, y si lo supieren, dén de ello aviso á la justicia. Y enteramente en todo y por todo dejen sus vanidades pasadas, y tengan y confiesen, y sigan la creencia de un solo Dios verdadero y de su santo evangelio, como lo profesó en el santo bautismo, so pena, &c."
"El bautismo es uno de los sacramentos, que no se reiteran y se le hace grande ofensa al Espíritu Santo, que por el santo bautismo se nos dá, cuando se reitera. Y muchos de los naturales de esta provincia, dicen, que aunque están bautizados, se tornan á bautizar, engañando á los ministros del evangelio; y aun ellos dicen, que bauticen á otras, y consienten que otros lo hagan. Por ende mando, que de aquí adelante, ningun indio ni india de esta dicha provincia, que una vez hubiere recibido legítimamente el santo bautismo, se torne á bautizar, ni lo consienta, ni bautice de su autoridad á otro alguno, so pena, &c."
"Otrosi, porque muchos de los naturales desta dicha provincia ya bautizados, con intencion de el demonio, dicen que han tomado por aguero, que el bautismo mata á los niños chiquitos y que los niños bautizados se mueren luego, y los no bautizados se crian: y con este embaimiento del demonio los dichos naturales esconden sus hijos, cuando los religiosos vienen á bautizar. Por ende mando, que todo indio e india cristiano bautizado, desechando de sí tan grande error, manifiesten y lleven á bautizar sus hijos y menores, cuando los padres religiosos <397> de la doctrina fueren á bautizar, y los pidieren, y no los escondan, so pena, &c."
"El sacramento del matrimonio es muy usado entre los naturales de esta dicha provincia, porque todos los naturales de ella se casan, aunque en celebrar este santo sacramento cometen grandes errores y abusos. Por remedio de esto mando, que se guarden los capítulos siguientes, so las penas en ellos contenidas."
"Primeramente que todos los indios despues de bautizados, que tuvieren muchas mugeres, las manifiesten al obispo ó religiosos, que tienen su poder, que los doctrinan, para que ellos examinen, cual es su legitima muger y se la dén, y deje luego las otras. Y lo mismo el que no tiene mas de una, de la cual se duda ser su verdadera y legítima muger: que luego sea examinado, y sin mas dilacion tomen la que fuere su muger, y el que no lo quisiere hacer, sea luego azotado, y si en ello estuviere rebelde, sea llevado á la justicia del pueblo de españoles, en cuyos términos aconteciere, para que sea castigado conforme á derecho. Y asimismo mando, que el hombre é muger, que se probare ó fuere deprendido en adulterio, le sean dados cien azotes, y trasquilado, y sino se emendare, sea llevado ante la dicha justicia, para que sea castigado."
"Muchos caciques y principales, y otros indios, tienen muchas indias por esclavas, y las tienen por sus mancebas, y de ello resulta, que menosprecian sus mugeres, y ofenden al matrimonio y asi no tenga esclava, como abajo se dirá, porque es contra derecho. Y si alguna india tuviere alquilada y asoldada, y á su servicio, que no tenga que hacer por ella, ni esté amancebado con ella, ni deje á su muger por ella. Y el que lo contrario hiciere, &c."
"Iten mando, que ningun indio ni india sea osado de se casar clandestina ni escondidamente, sin que primero se de parte de ello al prelado ó religiosos, que andan en la doctrina, para que hecha examinacion, si hay impedimento ó no, y precediendo las moniciones, determinen si se deben casar ó no, so pena, &c."
"Iten, cualquiera que sea preguntado, ó sabiendo que se hacen las moniciones acostumbradas, para que ninguno se case, encubriere la afinidad ó consanguinidad, y no manifestare el impedimento que sabe, que hay entre los que se quieren casar, sean azotados los que lo encubrieren y callaren públicamente. E que los testigos que en semejante cosa mintieren, ó afirmaren lo que no saben, sean traidos ante la justicia, &c."
"Iten mando, que ninguno sea osado de casarse dos veces, y si alguno como mal cristiano lo hiciere, sea castigado públicamente, y errado en la frente con un yerro caliente á manera de 4, y pierda la mitad de sus bienes para la cámara de su magestad, y que se entregue el tal á su primera muger, &c." <398>
"Es costumbre entre los naturales desta dicha provincia comprar las mugeres con quien se han de casar de sus mismos padres, y darles alguna manera de rescate, porque les den sus hijos para casarse con ellas, y aun muchas veces les hacen á los yernos servir dos y tres años, y no les dejan muchas veces salir de su casa, á vivir donde quieren. Y costumbre es tambien de los dichos naturales, que si la india que asi se dá muger, no pare, el marido la vende, especialmente cuando el suegro no le dá el rescate que le dió, de lo cual se siguen muchos inconvenientes. Por ende mando, que de aqui adelante ningun indio ni india de esta dicha provincia, sea osado de recibir rescate alguno en precio de su hija, para casarla con alguno, ni despues de casada impida al yerno no saque á su muger de su casa, ó donde quisiere. Ni el yerno sea osado á vender á su muger por falta alguna que en ella haya, ni en su padre de ella su suegro, so pena, &c."
"Iten, por extirpar toda gentilidad y resabio de entre los naturales, mando que ninguno sea osado de poner á su hijo ó hija nombre gentil, ni divisa ó señal alguna, que represente haber ofrecimiento al demonio, so pena, &c."
CAPITULO XVIII.
Continúa lo espiritual de la cristiandad y ordena otras cosas,
que conducen á ella.
"Otrosi mando, que todo indio ó india desta dicha provincia, hinque las rodillas al Santísimo Sacramento, cuando le encontraren en alguna parte. Y cuando tañeren el Ave Maria, las manos puestas, recen la oracion acostumbrada, y hagan reverencia á la cruz y en las imágenes de nuestro redentor Jesucristo y de su bendita madre, y el que no lo hiciere, por la primera vez, &c."
"Iten mando, que todo indio ó india (por introducir buenas costumbres en los naturales de ella) sea obligado cada dia dos veces, una por la mañana y antes que se ocupen en sus labores, y otra á la tarde cuando alcen de ellas, de ir á la iglesia de sus propios pueblos á rezar el Ave Maria y Pater noster y lo demas, y á encomendarse á Dios. Y que siempre que entrare en la iglesia, y miéntras estuviere en ella rezando, y en los divinos oficios y en el signarse y santiguarse, y en sus oraciones, y en oir de la misa, y en todos los demas actos espirituales, guarden y tengan las ceremonias y reverencia é humildad, en que los padres que los doctrinaren impusieren y enseñaren, so pena de ser por la primera vez gravemente reprehendido, &c."
"Y so la misma pena mando á los dichos naturales, que sus comidas y cenas, las comen y cenen en sus mesas con <399> sus manteles, con toda limpieza, con sus hijos y mugeres. Y tengan asientos en que se asienten, y al principio de la comida y cena bendigan la mesa, y al fin della den gracias á Dios las manos puestas, con las oraciones y ceremonias, que los padres religiosos les enseñaren y dijeren. Y que al tiempo de acostarse, cuando fueren á dormir y cuando se levantaren, se signen con la señal de la cruz, y se santiguen y encomienden á Dios, y recen las oraciones que los dichos padres les enseñaren, y lo mismo enseñen á sus hijos y familiares que lo hagan."
"Otrosi mando, que los indios é indias que fueren bautizados y cristianos, dejen (asi como lo prometieron en el santo bautismo que recibieron) todas supersticiones y agueros, y adivinaciones, y hechicerías, y sortilegios, y no echen suertes, ni cuenten maices para saber lo por venir, ni canten ni publiquen sueños como cosa verdadera, ni agueros, ni consientan que otros lo hagan, ni hagan la fiesta del fuego, que hasta ahora en esta dicha provincia se hacia. Y ninguno sea osado de traer insignia alguna de sus gentilidades en las orejas, ni en las narices, ni en los lábios, ni se embigen con color alguno, ni crien coleta, sino que en todo dejen sus insignias gentílicas, y la costumbre ó por mejor decir corruptela, que los varones y mugeres tienen de labrarse todos. Lo cual demas de ser peligroso para la salud corporal, tiene tambien algun resabio de su infidelidad y gentilidad. Y los maestros y oficiales de labrar, quemen y desechen todos los instrumentos y aderezos que para ello tengan, y de aqui adelante no labren á persona alguna, ni usen tal oficio. so pena, &c."
"Es tan poca la caridad de los naturales desta dicha provincia, en socorrerse los unos á los otros en sus necesidades y enfermedades corporales, que despues de puestos en ellas, ni la muger tiene cuidado del marido, ni el marido de la muger, ni el padre del hijo, ni el hijo del padre, ni entre los deudos y parientes hay caridad alguna, ni entre los demas, Antes los desamparan y dejan morir. Por remedio de esto mando, que el marido y la muger, en sus enfermedades y necesidades, se sirvan y curen á veces, y el padre tenga cuidado de curar al hijo en sus enfermedades, y los deudos y parientes á sus deudos. Y que para los pobres y miserables, que no tienen quien les sirva ni de que curarse, se haga en cada pueblo una casa de hospital con sus apartados, conforme á la calidad y cantidad del pueblo, donde sean puestos y curados de cada pueblo de sus enfermedades, y que para el servicio haya un indio y india casados, &c. Y puso grave pena á los caciques negligentes en la ejecucion de este mandato."
"Otrosi mando, que si la enfermedad de los tales enfermos fuere en acrecentamiento, que los que los curaren y sirvieren, tengan cuidado de avisar al cacique ó á la persona que los padres religiosos de doctrina tuvieren puesta en cada pueblo, <400> para que envien á llamar á algun padre, si estuviere cerca de allí, en parte que pueda venir para confesar y consolar los enfermos, é para que ordene su ánima, y se disponga á bien morir. Y encargo á los padres de doctrina, que porque ellos no se podrán hallar en todos los pueblos y necesidades, que pongan y señalen en cada pueblo personas de indios mas entendidos y mas espertos en la doctrina, con instrucciones que les dén para ello, é para que ayuden á bien morir á los tales enfermos, &c."
"Otrosi, que á los tales enfermas se les avise y recuerde, que ordenen sus ánimas, y hagan su testamento y dispongan en sus bienes, como arriba es dicho, y si lo hicieren, se guarde lo que ellos mandaren siendo lícito y honesto, y conforme á la ley de estos reinos, y sino hicieren testamento, ni dispusieren de sus bienes, que los bienes que dejaren, repartan entre sí sus hijos, si los tuvieren, &c. Y despues de ordenar, que á los menores se les pusiesen tutores, que cuidasen dellos dice. Y que ninguna persona sea osada á apoderarse de los tales menores, ni de sus bienes, como hasta ahora se ha hecho. Y que el cacique gobernador y principales estén obligados á la guarda de todo, y no consientan, que los bienes sean quitados á los herederos legítimos: y asimismo no tomen por esclavos á los tales menores, so la pena abajo puesta."
"En Jesucristo todos somos libres, y en cuanto á la ley temporal, tambien lo son los que nacen de padres libres, y no obstante esto en esta dicha provincia, los caciques y principales de ella, y otras gentes de los naturales de esta dicha provincia se apoderan de indios é indias libres, pobres y débiles huérfanos, que quedan sin padres, y so color que son sus esclavos, se sirven de ellos, y á veces los llevan á vender á otras partes. Por remedio de esto mando, que ningun indio ni india, ni otra persona alguna de cualquier estado ó condicion, que sea de esta provincia, de aqui adelante no tome ni tenga por esclavo indio ó india alguna de ella ni haga siervo alguno por via de rescate ni compra, ni en otra cualquier manera, so pena, &c. Y so la misma mando, que todos los indios de esta dicha provincia, que tuvieren esclavos al presente, dentro de la data de este mandamiento, los pongan en su libertad y alcen mano de ellos. Pero bien se permite, que los caciques y principales, é otros indios poderosos puedan alquilar y recibir á soldada indios, é indias para servicio de sus casas, é para entender en sus haciendas é milpas, pagándoles en su debido trabajo é alquilándose ellos de su voluntad, y no por fuerza, ni por via de esclavonia, como hasta ahora lo han hecho. Y porque podria acontecer, segun soy informado, que algunos caciques y principales, todavia usando do su tiranía antigua tuviesen en milpas y en lugares apartados indios é indias escondidos, é ocupados en sus labores, persuadiéndoles que son sus <401> esclavos, y encubriéndoles allá. Mando que cualquier cacique ó principal, ó otro cualquier indio de esta dicha provincia, que tuviere indio ó india alquilado en su milpa, ó en servicio de su casa, ó otro cualquier lugar, en cada un año sea obligado dar cuenta y razon de los que tuvieren, y traerlos ante las padres que los doctrinan cada año una vez, para ver los que faltan, y dar cuenta de ellos y dejarlos venir á la doctrina ordinariamente, so pena, que haciendo lo contrario serán gravemente castigados."
"Costumbre es tambien de esta dicha provincia de hacer largos convites los indios y naturales de ella, en que convidan á todos los del linage, y á todo el pueblo y otros comarcanos, y de ellos resultan grandes desórdenes y pasiones, porque los convidadores quedan gastados, y otros por no verse convidados, corridos y afrentados, y los unos y los otros destruidos en su cristiandad, por las borracheras y desórdenes que allí se hacen. Por ende mando, que de aquí adelante ningun indio de cualquier calidad que sea, no pueda hacer convite alguno general, sino fuere en casamiento de hijo ó hija, ó suyo ó en otras fiestas semejantes y que al tal convite, no pueda convidar mas de una docena de personas, &c."
"Otrosi mando, que no se hagan mitotes de noche, sino fuere de dia. y despues de los divinos oficios, y en ellos no canten cosas súcias, ni de su gentilidad, y cosas pasadas, sino cosas santas y buenas, y de la doctrina cristiana y ley de Dios. Y el que en algo de esto escediere, &c."
"Tiempo nos dió Dios para trabajar, y entender en nuestras, y intereses sin ofensa suya, y tiempo nos dió y constituyó, para que del todo nos diésemos á él, y ocupásemos solamente en su servicio, con oracion y recogimiento de nuestras conciencias. Esto ha de ser en las fiestas, como lo mandó guardar y la iglesia su esposa. Por ende mando, que los naturales de esta provincia, que guarden por si y con toda su familia y casa, las fiestas que los padres religiosos, que andan en la doctrina les echaren de guardar, y de la manera que ellos les mandaren, y no las quebranten abstrayendo de toda obra y trabajo servil y corporal, so pena, &c."
"Por informacion me consta, que muchos de los naturales de esta dicha provincia, por cosas y precios que les dan, venden sus hijas y parientes, y mugeres é indias que tienen de servicio, so color que son esclavas, para que otros se alcen con ellas, y otros son rufianes de sus mugeres, y las traen por los pueblos para ganar con ellas. Por ende mando, &c."
"Puso grandes penas para que no se hiciese brebaje alguno de los que usaban los indios, con que se emborrachaban y que para esto ni aun vino de Castilla se les diese, por evitarles no solo muchas enfermedades corporales que les causaban la muerte, sino porque se distraian mucho de la doctrina <402> cristiana, y renovaban con las borracheras la memoria de sus gentilidades. Para desarraigar esto del todo, mandó á los caciques y principales, y aun á los encomenderos de los indios solicitasen con todo cuidado, que dentro de dos meses hiciesen quemar las canoas, ó vasijas en que se hacian los tales brebajes. Y á los encomenderos puso pena de cincuenta pesos para la cámara de su magestad, si consentian, que se hiciesen otras de nuevo."
CAPITULO XIX.
De otras ordenanzas en órden á la policia temporal de los indios.
Habiendo dado órden á lo referido, que parece tocante al espíritu y cristiandad, luego pasó á componer la policia temporal de los indios, porque mediante ella se consigue y ayuda (dice) es otra con mas facilidad. Asi mandó, que todos los pueblos se poblasen al modo de los españoles, de suerte que estuviesen limpios, sin sementeras ni arboledas, y que si algunas habia se quemasen. Que ningun macegual por causa alguna se ausentase de el pueblo de su naturaleza para vivir en otro, v que hiciesen los edificios públicos necesarios á una república. Y porque el dar recaudo á los pasageros (dice) es derecho, que unos hombres á otros deben, y unos pueblos á otros; que dentro de dos meses se hiciesen mesones en todos, cada uno con dos apartados, uno para los españoles y otro para los indios, por quitar ocasion de pesadumbres, si se hospedasen juntos, con servicio de indios é indias casados, por meses ó semanas. Y si sirviesen todo el año fuesen reservados de tributo.
Por evitar, que los pasageros no anduviesen discurriendo por los pueblos á título de buscar mantenimientos; que en todos hubiese tiangiez, ó mercado donde se vendiesen, segun los aranceles que dejó y que fuera de él no se pudiese vender, ni comprar cosa alguna por muchos males, que de lo contrario se seguian. Y que ningun mercader indio mejicano, ni natural de esta tierra, ni negro, mestizo, mulato, ni otro alguno se aposentase en casa de indio particular, sino en el meson.
Para que en todo se guardase la justicia debida que dentro de dos meses trajesen pesos y medidas ciertas, y que las justicias españolas tuviesen obligacion de dárselas pagando la mitad de la costa y derechos el pueblo, y la mitad el encomendero, el cual tuviese obligacion, pena de veinte pesos de oro, de que las hubiese dentro del tiempo señalado.
Por dar remedio á las hambres cuotidianas, que en esta tierra suele haber por la poca providencia de los naturales, que los caciques no solo cuidasen de que sembrasen los maceguales conforme á su familia, de suerte que les sobrase, sino que les obligasen á tener donde guardar la sobra, y que si el año fuese <403> abundante, se renovase para el siguiente. Con esto quedaba prevenido remedio á tantos males, como se ven en esta tierra con la esterilidad de un año solo. Todos los sentimos cuando acontece: pero nadie se acuerda de ello si no es cuando la necesidad se está padeciendo. Para que esto tuviese mejor efecto, mando á los encomenderos diesen todo favor y ayuda, pena que serian castigados en sus personas y bienes. No es pequeño el menoscabo, que cuando sucede, tienen en los tributos.
Mandó, que se introdujese entre los indios la grangería y cria de los ganados. Que se les enseñasen los oficios mecánicos necesarios en las repúblicas, á mancebos solteros, y que sabiéndolos volviesen á sus pueblos, donde los compeliesen á usarlos y á enseñarlos á otros.
Porque el principal tributo de esta tierra eran (y son) mantas de algodon, y todo el trabajo de tejerlas, cargaba (y carga) sobre las indias; que se diese órden aprendiesen los maceguales á tejer, para que ayudasen á sus mugeres á hacer el tributo, y vestidos necesarios para sus familias, ó á lo menos, que algunos mozos solteros de los pueblos aprendiesen este oficio, para que pagándoselo trabajasen en él, pues todo lo principal de el tributo y grangería de esta tierra está en el algodon, y los tejidos de él.
Y porque es gran deshonestidad (prosigue) que las mugeres anden desnudas, como andan entre los naturales, y grande ocasion á enfermedades con el poco abrigo, descalcez y falta de camas en que dormir. Mandó que de ninguna manera las indias dejasen de traer una camisa larga, y encima su vaipil; y los indios sus camisas y zaraguelles, y que todos procurasen traer calzado á lo ménos alpargates, y que se les procurase introducir toda limpieza en sus casas y personas, en especial en tiempo de enfermedad y crianza de sus hijos.
Porque los indios con ocasion de la caza, que usan con arco y flechas, se andaban distraidos por los montes mucho tiempo, con que sus haciendas se perdian, y les venian otros daños; mandó, que quemasen los arcos y flechas que tenian. Pero para si se ofrecia alguna caza por via de entretenimiento ó para matar algun tigre, ó animal fiero, tuviese cada cacique en su casa dos, ó tres docenas de arcos con sus flechas, para que él los diese, segun la necesidad que acaecia.
Por ser necesario para la policía el trato, comunicacion, conversacion y comercio de unos pueblos con otros, y especialmente de las personas buenas, y de buen ejemplo, lo cual no podia hacerse, sin dar entrada á los pueblos; mandó, que se abriesen caminos anchos y capaces, que se hiciesen calzadas y reparos, donde fuesen necesario, para que con comodidad se fuese de unas partes á otras, porque estaban muy cerrados de arboleda, y encargó á las justicias de los pueblos los reparasen con cuidado cada año. <404>
Mucho mas, que no consintiesen hacer malos tratamientos á sus indios maceguales, ni por dádivas permitiesen se les hiciese vejacion alguna, como solian hacer, aunque fuesen sus encomenderos, sino que diesen cuenta á los defensores, que en los lugares de los españoles dejaba nombrado, para que se remediase. Que no consintiesen vivir en sus pueblos hombres ó mugeres de mala vida.
Que no pudiese entrar en los pueblos de los indios, negro alguno, esclavo, ni mestizo, sino yendo con sus amos, y pasando de camino. Y en este caso pudiese estar un dia y una noche no mas. Y que si algun negro anduviese por los pueblos, lo prendiesen los caciques, y enviasen á las justicias españolas, para evitar con esto robos, muertes y otros delitos, que podian suceder.
Para quitar las disensiones, que podia haber entre los indias y sus encomenderos en razon de cobrar el tributo, y que los maceguales supiesen lo que habian de dar, y para que no defraudasen lo que debian á los encomenderos, ni estos pidiesen lo que no les era debido. Mandó, que los caciques y principales con asistencia de los religiosos doctrineros hiciesen cada año al principio del minuta de los indios que tenian, y les repartiesen el tributo, y despues cuidasen de cobrarlo, para que se diese á quien se habia de dar.
Porque los caciques y principales han de ser como padres de sus pueblos, que les procuren todo bien y aparten todo mal, y algunos de esta provincia (dice) por dádivas, que les dan sus encomenderos y otros españoles, y por lisonjas y halagos que les hacen y dicen, para atraerlos á su voluntad: les piden sus pueblos tamemes, cantidad de gallinas y maiz, y maceguales para hacer edificios y otras obras de valde, y tributos demasiados de cera y mantas. Mandó, que de ningun modo nada de esto hiciesen, ni diesen indio sin que se le pagase su trabajo y fuese de su voluntad, y que la paga se entregase al mismo macegual, y no á sus justicias, porque no se quedasen con ella.
Que pues los tales eran padres de su república, á lo menos una vez cada año hiciesen ayuntamiento, al cual llamasen á los ancianos y antiguos del pueblo, y allí se tratasen las cosas á él necesarias, y lo que fuese conveniente pedir al rey y á sus audiencias, para mayor bien de sus pueblos: que obras seria bueno edificasen, y para que se hiciese con mas maduro acuerdo, diesen parte de ello á los padres religiosos, y lo que allí se acordase se pusiese por obra, de suerte que tuviese efecto. Que asimismo hiciesen otro ayuntamiento, para ver y recolegir todos los malos tratamientos, que de sus encomenderos hubiesen recibido, y de otros cualesquier españoles en su s pueblos, y los agravios, daños, robos, fuerzas y otros cualesquier males, para que hecha general informacion de ello, se enviase á la real audiencia, que proveeria de justicia, si no se les hubiere <405> hecho. Y para que esto mejor se haga (dice) se den las informaciones á los religiosos ó al defensor, y esto se entienda de lo que no se hubiere castigado.
Mandó, que ninguna india se fuese á lavar con los hombres adonde ellos se bañaban, ni anduviese en hábito de hombre, ni el varon en el de muger, aunque fuese por cansa de fiesta y regocijo. Ni tocasen atambor, toponobuzles, ó tuncules de noche, y si por festejarse le tocasen de dia, no fuese mientras misa y sermon, ni usasen de insignias antiguas para sus bailes ni cantares, sino los que los padres les enseñasen.
Que no cobrasen los indios por su autoridad lo que otros les debian, como solian hacer y hacian de presente.
Que los indios de la costa ni sus encomenderos, no prohibiesen á los demas de la provincia hacer sal, y las pesquerias á título de estar en sus términos, pues debian ser comunes, y Dios las crió para todos, y en lugares comunes.
Que á los caciques por la administracion, y cuidado de gobernar los pueblos, se les haga cada año una milpa de maiz, y otra de frijoles. Otros muchos capítulos puso de cosas, que por razon de cristiano obligan á cualquiera con las penas á los transgresores, que por parecer ya demasiada proligidad para estos escritos, no refiero, pues las dichas constituciones las he escrito, porque las mas de ellas dan á entender, asi las costumbres antiguas de los indios, como muchas y malos abusos, que aun despues de cristianos, y admitida ya la predicacion del santo evangelio; no eran poderosos los religiosos á quitárselas, y asi entró el poder del brazo real ayudándolos, para que la cristiandad se afijase de todo punto. Al fin de ellas declaró las penas, que por leyes eclesiásticas y seculares están puestas para cada delito, para que como se hizo juntamente, se publicasen con ellas año de 1552. Veinte y dos ha, que estoy en esta tierra, y segun lo que alcanzo, no me parece puede suceder cosa necesaria para entre los indios, ni para entre ellos y los españoles, que la providencia de este gran ministro no la previniese. <407>
LIBRO SESTO
DE LA HISTORIA DE YUCATAN
CAPITULO PRIMERO.
Erígese en provincia esta de Yucatan, y hace el provincial
un grave castigo en unos indios idólatras.
Dije en el libro precedente, como se celebró el segundo capítulo custodial de esta santa provincia de San José de Yucatan; corrió la pluma refiriendo otras diversas materias, y llámala de nuevo la de mi religion, para decir los progresos con que se dilató en este reino, hasta que en él se hizo ereccion de provincia. Celebróse la segunda congregacion custodial en Mérida, á quince de Octubre de mil v quinientos y cincuenta y cuatro años, presidiendo, en ella el venerable padre custodio Fr. Lorenzo de Bienvenida, y no parece par la tabla capitula, tener aumento de convento alguno. Despues á veinte y seis de Abril de mil y quinientos y cincuenta y seis años, se celebró en Mérida el tercero capítulo custodial, en que presidio el mismo custodio R. padre Fr. Lorenzo de Bienvenida, y fué electo tercero custodio el R. padre Fr. Francisco Navarro, y juntamente primero difinidor, segundo padre Fr. Fernando de Guevara, tercero padre Fr. Diego de Landa, y cuarto el padre Fr. Diego de Pesquera. Por esto parece haber errado el padre Lizana en la relacion que hizo de la celebracion de este capítulo, asi en el año que le asigna de cincuenta y cinco, como en decir, que le presidió el padre Landa. No parece haber sucedido congregacion intermedia á este capítulo, porque la tabla siguiente tiene título de capítulo custodial, y no sé que fué la causa. Este presidio el R. padre Fr. Buenaventura de Fuenlabrada (comisario de esta custodia) en Mérida, á trece de Noviembre de mil y quinientos y cincuenta y seis años, en que salió electo cuarto custodio el R. padre Fr. Diego de Landa, y juntamente par primer difinidor, segundo el padre Fr. Miguel de Vera, tercero el padre Fr. Fernando de Guevara, y cuarto el padre Fr. Diego de Pesquera. Tambien dice el padre Lizana tratando de este capítulo que se celebró el año de cincuenta y ocho, y que le presidió el muy R. Padre comisario general Fr. Francisco de Bustamante. Ya dije como este prelado vino á Yucatan el año antecedente de cuarenta y nueve, y la asignacion que en estos escritos hago, es teniendo presentes las tablas capitulares originales. Celebró su congregacion en Mérida, presidiéndola el mismo padre custodio Fr. Diego <408> de Landa, último dia de Julio de mil y quinientos y cincuenta y nueve años.
Electo custodio, fué poner la luz sobre el candelero, para que sus rayos alumbrasen á todo este reino, y participase de su prudencia, letrAs y virtudes. Viendo la necesidad que habia de ministros doctrineros, y el gran trabajo, que los pocos residentes tenian en la enseñanza de estos naturales, siendo tantos, trató de escribir al rey, dándole cuenta del estado de las cosas de esta tierra, aumento de la cristiandad de estos Indios, y falta de doctrineros, para que enviando con su católico celo ayuda de religiosos, llegase á perfeccion la total conversion de este reino. Parecia tambien se podia ya tratar, de que con los conventos que habia, y que en breve se esperaba gran aumento, se hiciese de esta custodia ereccion de provincia en el capítulo general próximo de nuestra religion seráfica. Para que los religiosos que viniesen fuesen tales, como la ocasion pedia, y para que tuviese efecto la ereccion de provincia, no fió la accion menos, que del venerable padre Fr. Lorenzo de Bienvenida. Este religioso, que tanto ilustró esta provincia con deseo de aumentarla, y de que los indios tuviesen ministros doctrineros suficientes, obedeció sin réplica, y recibidos los despachos necesarios hizo su viage, pero miéntras le sigue, volvamos á lo que le sucedia en esta tierra á nuestro custodio Fr. Diego de Landa.
Como no habia aun en esta tierra obispo, y los prelados de las religiones mendicantes en estos reinos hacian oficio de comisarios apostólicos por la autoridad pontificia, que les estaba concedida, trató de reformar algunos vicios públicos, que habia en la gente española, procurando con rigor cesasen algunas deshonestas amistades, y escándalo que con ellas habia. Como á los buenos pareció bien esta solicitud, desagradó la ejecucion á los interesados en aquellos torpes deleites. Fué el venerable padre custodio gran defensor de los indios, sintiendo si se usaban con ellos algunas demasias, y doliéndose de su pobreza y miseria. Esto le concilió algunas malas voluntades de los que por saciar su codicia no miraban lo justo á que se juntaron las de los antecedentes, y todos procuraron desdorar su crédito, cuanto les fué posible, como se ver. adelante: pero el Señor cuya causa defendia, le libró de las calumnias que le opusieron, premiando aun en esta vida su santo celo.
Aunque el oidor Tomas López, cuando visitó esta tierra, dejó tan justas leyes como ya se dijo, y su providencia parece que comprehendió cuanto en ella necesitaba de determinarse para españoles y indios, como las leyes sin ejecutor no son suficientes, y los alcaldes mayores que sucedieron, eran remisos en mirar por el bien de los indios: fué personalmente el padre Landa á la real audiencia de Guatemala, y en ella hizo relacion de todo lo que le pareció digno de remedio. Fué acordado <409> por aquellos señores, que viniese oidor de ella á visitar esta tierra, y fué asignado el doctor Jofré de Loaysa, en cuya compañía volvió á ella el venerable padre custodio. En esta ocasion trajo la santa imágen de nuestra Señora de Izamal, de quien se trata adelante. Llegado el oidor visitó esta tierra, y entre las demas cosas que ordenó, fué una, moderar el tributo que los indios daban, asi al rey como á los encomenderos. Hasta este tiempo daban al año cuatro piernas de manta, y desde ahora quedaron en tres, con que se dieron por mas ofendidos de el padre Landa, y se aumentó el poco afecto que le tenian.
Ocupado en lo referido, pasó el tiempo de su custodiato, hasta que llegado el año de sesenta, se celebró capítulo en Mérida á doce de Noviembre, el cual presidió el mismo padre custodio Fr. Diego de Landa, y fué electo quinto y último custodio el venerable padre Fr. Francisco de la Torre, y por primero difinidor el padre Fr. Miguel de Vera, segundo el mismo padre custodio, tercero el padre Fr. Antonio de Valdemoro, cuarto el padre Fr. Roque de la Ventosa.
Volvió de España el bendito padre Fr. Lorenzo de Bienvenida, con no menos feliz despacho, que se presumió de la solicitud de tan gran religioso, y trajo una mision de diez religiosos, que le dió el rey para esta provincia, y sabiendo que habian llegado á desembarcar en el puerto de Dzilam, el R. padre custodio dió órden al padre Fr. Diego de Landa, que era guardian de Mérida, para que fuese al puerto, y los recibiese, y llevándolos al convento de Ytzmal, les leyese el arte de la lengua de estos naturales, que él habia perficionado, y que en sabiéndole se fuese á su convento de Mérida. En el interin vino á la presencia de su prelado el padre Fr. Lorenzo de Bienvenida, y manifestó los despachos que traia del capítulo general, que nuestra seráfica religion habia celebrado en Aquila año de 1559, en que salió electo ministro general el reverendísimo padre Fr. Francisco de Zamora. El órden que se dió fué, que de los religiosos que estaban en Yucatan y en Guatemala, se hacia una provincia separada de la del santo evangelio de Méjico, alternando los capítulos provinciales, que una vez se hiciese en Yucatan, y otra en Guatemala. Por la distancia grande que hay de una tierra á otra, se determinó que cuando el provincial fuese electo de los de Yucatan, el guardian de Guatemala, fuese vicario provincial de todo aquel territorio, y cuando allá se hiciese la eleccion lo fuese en Yucatan el guardian de Mérida, pero que la primera eleccion de provincial fuese hecha en religioso de los de Yucatan.
En ejecucion de lo determinado se juntaron en la ciudad) de Mérida, y á trece de Setiembre de mil y quinientos y sesenta y un años, se celebró el primero capítulo provincial, presidiendo el R padre Fr. Francisco de la Torre, custodio actual, <410> y fué electo primero ministro provincial el R. padre Fr. Diego de Landa, y juntamente con voz de primer difinidor, segundo el venerable padre Fr. Lorenzo de Bienvenida, tercero el padre Fr. Miguel de Vera, y cuarto el padre Fr. Antonio de Valdemoro. Como ya habia mas religiosos, se aumentaron en este capítulo los conventos de Homun, su primero guardian el padre Fr. Andres Bruxeles, y el de Calkiní, guardian el padre difinidor Fr Miguel de Vera, con que en este capítulo quedó la provincia con ocho conventos.
Con la ayuda de los religiosos, que el padre Bienvenida trajo, que ya habian aprehendido la lengua de los indios, se habia dado mejor órden en la administracion: pero cuando el venerable provincial presumia habian puesto en olvido las idolatrias por el continuo cuidado suyo, y de los demas ministros; descubrieron la guerra, que el demonio les hacía. Idolatraban unos indios del pueblo de Maní, quebrantando la fé prometida en el santo bautismo, y aunque ellos cometian ocultamente aquel pecado, permitió la magestad divina, que se manifestase, y con su ocasion el de otros de diversas partes, que no se presumia, para enmienda de los miserables engañados, y escarmiento de los que no lo estaban. Habia en el convento de Maní un indio, llamado Pedro Che, que era portero. A este le dió un domingo gana de salir por el pueblo á cazar conejos, de que en todos hay abundancia. Salió por las calles, unas de bosque, que de pueblo (porque los indios no los tenian tan limpios de arboleda, como ya están) y los perrillos, que con el indio iban llevados de el olor, entraron en una cueva, y sacaron arrastrando un venado pequeño, acabado de matar y arrancado el corazon. El indio admirado, entró donde los perrillos salieron, y por el olor de saumerio de copal (que es su incienso) llegó en lo interior de la cueva, donde estaban unos altares y mesas muy compuestas, con muchos ídolos que con la sangre del venado, que aun estaba fresca, habian rociado. Espantado de esto, porque era buen cristiano, salió de allí, y con celeridad dió cuenta de lo que habla visto á su guardian, que era el padre Fr. Pedro de Ciudad-Rodrigo, y este al provincial, que estaba en la ciudad de Mérida.
Sintiólo el celoso ministro, como culpa de hijos á quien habia regenerado en Cristo, cuyo honor y culto ultrajaban, y fué personalmente á poner el remedio, que tan grave mal pedia. Como era tan sábio en la lengua de estos naturales, presto descubrió los que hablan caido en aquel pecado, y con la autoridad apostólica que tenia, haciendo oficio de inquisidor, procedió á informacion jurídica contra los idólatras apóstatas de la fé, y descubrió en ella otras idolatrías de los indios orientales de esta tierra hácia los Cupúles, Cochuaxes de Zotuta, Canules, y otros. Hallo, que habiendo muerto algunos pertinaces en su idolatria, ignorándose, estaban sepultados en lugar sagrado y mandó <411> desenterrar los cuerpos, y echó sus huesos por los montes. Substanciadas las informaciones. determinó hacer un auto público, como de inquisicion, en el pueblo de Maní, para atemorizar los indios, y pidió para ejecutarle el auxilio real al alcalde mayor. No solo le dió, sino que asignado el dia en que se habia de publicar, fué al pueblo de Maní para hallarse presente, y llevó consigo la mas nobleza española do. toda esta tierra, asi para la autoridad del acto, como para la seguridad de lo que pudiese acontecer. Concurrió aquel dia gran gentio de los indios á ver cosa para ellos tan nueva, y en el auto fueron leidas las sentencias, y castigados los idólatras con el auxilio real, aunque algunos engañados del demonio impenitentes se habian ahorcado, temiendo el castigo, porque parece habia entre ellos, ya relapsos, y sus cuerpos de estos fueron echados á los montes Con el recelo de esta idolatria, hizo juntar todas los libros y caracteres antiguos, que los indios tenian, y por quitarles toda ocasion y memoria de sus antiguos ritos: cuantos se pudieron hallar, se quemaron públicamente el dia del auto, y á las vueltas con ellos sus historias de sus antiguedades. Fué ocasion esto de que por muchos años no se hallase ni supiese de idolatría alguna entre los indios, aunque los émulos de el bendita padre le dieron título de cruel, pero bien diferentemente sintió de la accion el doctor D. Pedro Sanchez de Aguilar en su informe contra los idólatras de esta tierra.
CAPITULO II.
De la muy celebrada y devota imágen de la Virgen Santísima de Ytzmal.
Por todos los caminos posibles solicitaba el venerable padre Fr. Diego de Landa atraer los indios á nuestra santa fé católica, y apartarlos del culto idolátrico, en que habian vivido como se ha visto, y tambien se dijo lo mucho que en el pueblo de Ytzmal era venerado el demonio, y lo que con sus naturales trabajó este gran varon en el principio de su conversion: los tres pueblos, que en su asiento fundó y como al uno puso título de Santa Maria. Para que mas se aficionasen á la devocion de tan gran señora, trató con ellos, que se trajese una imágen suya, que venerasen. Correspondió á su buen afecto la voluntad de los indios, y asi juntaron lo que pareció era suficiente, para que se comprase. Ofrecióse haber de ir el padre Landa á Guatemala (como se ha dicho) y porque en aquella ciudad habia artifice escultor, que las hacia, le encargaron que la trajese de allá, y tambien los religiosos pidieron otra para el convento de Mérida. Compráronse las dos imágenes, y puestas ambas en un cajon, de suerte que no se maltratasen, le traían <412> indios cargado en hombros. Sucedió en el camino, que lloviendo muchos aguaceros, nunca llovia sobre el cajon de las imágenes, ni indios que las traían, ni aun algunos pasos en circuito donde estaban. Llegadas á la ciudad de Mérida, los religiosos escogieron para aquel convento la que en él quedó por mas hermosa de rostro, y parecer mas devota.
La otra, aunque se habia traido para los indios, y se llevaba al pueblo de Ytzmal, pretendian los vecinos de la villa de Valladolid, que se llevase al convento que allí teniamos pareciéndoles, que no era justo quedase en un pueblo de indios. Los de Ytzmal, donde ya estaba resistieron lo posible, pero no tanto, que no se comenzase á poner en ejecucion lo que los españoles deseaban. No faltó la Magestad divina al buen deseo, con que los indios estaban de tener la imágen de su Santísima Madre; y asi aunque mas diligencias se hicieron, no bastaron fuerzas humanas para moverla del pueblo, y asi la volvieron al convento de él con grande alegria de los indios, y admiracion de los religiosos. Creció la devocion de los fieles con esta santa imágen á vista destas maravillas, y pasó destos reinos á los de España, y en todas partes, asi de la tierra, como del mar, ha obrado nuestro Señor por medio de su invocacion, y encomendándose á ella los fieles, innumerables milagros, de que se pudiera escribir un gran volúmen, si se hubiera tenido el cuidado que era justo. Los mas se han olvidado con el tiempo, y aun los que se apuntaron, no se escribió aquel en que sucedieron, ni muchas circunstancias que los calificaran, y asi los habré de escribir sin estas particularidades, pues no se pueden ya averiguar Asi los escribió el padre Lizana en su devocionario, y muchos de ellos están pintados en el templo de esta santa imágen.
Cuando la traian pusieron en el cajon muchos papeles, para que no se rozase con el movimiento del camino. Con la devocion que se comenzó á tener con ella. Una señora vecina de la ciudad de Mérida, hubo unos papeles de aquellos, y guardábalos con veneracion. Un indio criado de aquella señora cayó de una azotea alta de su casa, donde traian obra. La caida fué tal, que le tuvieron por muerto, aunque con algunas medicinas volvió en sus sentidos, pero le quedaron quebrados un brazo y una pierna. Fueron á buscar quien le curase, y en el interin la buena señora sacó los papeles y envolvió el brazo y pierna lisiados en ellos. Cuando vino el cirujano, buscando el daño que habia de reparar, dijo, que para que le habian llamado, que el indio estaba sano y bueno, y asi fué hallado, atribuyendo la sanidad á milagro de la virgen Santísima de Ytzmal, dando Dios virtud sobrenatural á aquellos papeles, que habian tocado á la imágen de su santísima madre.
A un indio y una india casados en el pueblo de Tixhotzuc, les dió Dios un hijo, que nació encogido el cuerpo, y <413> tullido. y asi fué creciendo, hasta que fué de edad de doce años. Aunque solicitaron su remedio, no le hubo humano, y les era á los padres muy penoso haber de llevarle cargado donde quiera que iban. Oyeron de otros indios los milagros de esta santa imágen, y preguntaron á unos, que iban de visitarla, si llevaban alguna limosna, ó les pedian alguna paga por la sanidad de los enfermos. Respondieron, que no se pedia cosa alguna, pero que los que iban á visitar la vírgen, le llevaban candelas, pañitos, fruta ó lo que gustaban de ofrecerla. Propusieron de llevar el muchacho á Ytzmal, y consultaron llevar tres reales que tenian, y cuando llegasen dar los dos á nuestra señora, y guardar el otro para dársele, si sanaba el enfermo, y sino quedarse con el real delante de la imágen, ofreciendo los dos reales, como habian tratado. Estuvieron todo el dia en la iglesia, de donde salieron desconsolados por no haber sanado su hijo. Volvieron al otro dia y estuvieron hasta la tarde y viendo no sanaba, dijeron: Vamos y llevamos el real, que no se le ha de dar á la vírgen, pues no sanó nuestro hijo. Ultimamente privados de remedio, cargaron con el muchacho, y despedidos de la virgen, salieron de la iglesia. Pero pasando la calle á la vuelta del convento, dijo el muchacho á su padre que lo llevaba cargado: padre, ponme en el suelo que se me ofrece una necesidad corporal. Dijo el padre, como puede ser, si desde que naciste no te mueves? Porfió el muchacho llorando, hasta que obligó al padre á que le bajase al suelo. Quedó en pié sano, bueno, y suelto de sus miembros, de suerte, que por sí solo hizo la necesidad que tenia. Atónitos sus padres y confusos de su sanidad, dijeron: Vamos otra vez á ver á la vírgen y darle gracias, y el real que nos quedaba, pues ha sanado á nuestro hijo. Y lo hicieron, publicando el milagro, porque todos dieron gracias á la vírgen, y ellos quedaron muy radicados en la fé y devocion de esta Santísima señora.
Unos piratas ingleses cogieron un navío de españoles, y sobre malos tratamientos de obra, les decian por vituperio, que eran papistas embusteros. Pasaron tan adelante, que quisieron obligarles á negar la obediencia á la santa madre iglesia romana, y otros artículos de fé. Los españoles, como verdaderos católicos hijos de ella, defendiéndola, abominaron semejantes errores. Indiguaronse los hereges contra los católicos, y á uno de estos, que debia de ser mas entendido, y hablaba por todos, le cortaron la lengua y despues de bien apaleado, lo echaron en tierra en esta costa de Yucatan. Caminaban los pobres para la ciudad de Mérida, y esperaban hallar socorro de su necesidad. En el camino un devoto de la santa imágen, dijo al que iba herido: vaya hermano al pueblo Ytzmal en donde hay una imágen de la madre Dios, que hace muchos milagros, y confie en Dios; que le ha de volver su lengua, como <414> la tenia. El hombre vino á su santa casa (donde actualmente acaso me hallo trasladando esto) y puesto de rodillas ante la devota imágen de la virgen Santísima pidió le restituyese su lengua. Comenzole á ir creciendo poco á poco y asistiendo nueve dias en su presencia, tuvo su lengua entera, y restituida su habla, con que dió muchas gracias á Dios, y á su bendita madre, ofreciendo ser perpetuo pregonero de sus maravillas.
Habia un indio tullido de muchos años, que se ponia á la puerta de la iglesia de esta santa imágen, donde pedia limosna. A los que entraban á visitarla. Una vez muy triste de verse tan impedido, ayudándose con sus muletas, se fué al altar de la virgen, y en la primera grada estrivando en las muletas puesto de rodillas, la pidió salud. A poco rato probó á subir otra grada, y se halló mas suelto, de suerte, que dejó la una muleta en ella. Allí volvió á hacer oracion con mucha devocion y lágrimas, y queriendo subir las demas gradas, se halló tan suelto, que pudo dejar la otra muleta, y ayudándose con las manos fué subiendo hasta el altar. Continuó su oracion por un rato, y luego queriendo levantarse, se halló sano, y bajó las gradas par si solo. Ya sano llevó las muletas á los religiosos de el convento, publicando el beneficio recibido, y ellos las pusieron en la iglesia de él, de que dice fué testigo de vista el padre Lizana en su devocionario
Tenian marido y muger, naturales del mismo pueblo de Ytzmal, una niña hija suya enferma cinco años habia. Vivian en otro pueblo, y llevaron la niña á la virgen, pero á dos dias llegados murió, quedando sus padres muy desconsolados. Estando para amortajarla, dijeron, llevemos á nuestra hija muerta ii la vírgen, que nos la dé viva, pues venimos á traersela enferma y se ha muerto. Llevaron la niña difunta, y pusieronla en media de la capilla mayor, porque estaba abajo la santa imágen, que era víspera de su festividad, y allí la pidieron con grandes lágrimas, les resucitase su hija. A vista de tan gran. concurso como á la fiesta se junta, comenzó la niña difunta á sudar, y quejarse. Viendo los padres, que su hija se movia, dieron voces, dando gracias á Dios y á su bendita madre, y todos los presentes las dieron, viendo un mílagron tan patente. Estaba presente el gobernador D. Antonio de Figueroa con su muger y familia, y otras muchas personas nobles. El mismo gobernador de rodillas ante la santa imágen tenia la niña, que estaba en pié, y la gobernadora asida de las manecitas, te preguntaron, que quien la habia resucítado, y con ser de tan tierna edad, respondió en su lengua estas palabras: "Mi señora la virgen MARIA, que está allí arriba puesta en alto, me resucitó." Vióse otra cosa digna de admiracion, que no habiendo sabido aquella niña las oraciones, decia el Ave Maria muy bien pronunciada delante de toda la gente, que allí estaba. Movido el gobernador con esta maravilla, se llevó la niña consigo <415> para tenerla en su casa. Hízola vestir luego á su usanza muy galana, y al dia siguiente llevaron la niña delante de la santa imágen en la procesion, que con ella se hace. Aunque el gobernador tuvo mucho cuidado con la niña, fué mayor el de sus padres, que sin que lo sintiese, se la quitaron, y escondieron, de suerte, que no la pudieron hallar,ni lograr el buen deseo, que tenia de criarla en su casa con regalo.
Una India natural del pueblo de Homun, era muda desde su nacimiento. Visitó á esta santa imágen, y vuelta á casa de un vecino donde se hospedó; la gente de ella la oyó hablar claramente, y que rezaba. Entraron al aposento, y preguntáronla como hablaba? Respondió que la virgen Santisima le habia traido el habla y puestósela en la boca.
A otro indio sordo de mucho tiempo, que la vino á pedir salud se la concedió quedando bueno, y sin la sordera. Tambien otro ciego desde su nacimiento consigió la vista, encomendándose á esta santísima señora.
CAPITULO III.
De otros milagros de nuestra Señora de Itzmal.
De dia en dia se ha continuado la devocion de nuestra Señora de Izamal, porque tambien la divina clemencia ha continuado sus misericordias con los fieles que se encomiendan á ella. Hubo un indio tullido de muchos años, que continuó diez el venir dia de la festividad de la virgen á pedirle salud. El año de 1625, vino como acostumbraba, y viendo que otros la alcanzaban, y él no la conseguia, se sentó á la puerta de la iglesia muy triste, y conociéndolo sus compañeros le preguntaron por que estaba así? Respondió, que estaba riñendo á la virgen, porque no le daba salud, y que no habia de venir mas á visitarla, pues no se la concedia. Llegó allí un donado del convento, y entendida la queja del indio, le reprehendió de su poca confianza, y dijo que viniese otra y muchas veces, y le pidiese salud, y veria como le sanaba. Humillose el indio, y puesto de rodillas, aunque con trabajo, hizo oracion á la madre de misericordia con muchas lágrimas. A poco rato le dió gana de pasar por debajo del carro, donde estaba la santa imágen, y probando á entrar, se halló sano y suelto á vista de el donado, y las manos y pies del tullido hicieron patente á todos el milagro.
Alonso Rodriguez, canónigo de la santa catedral de Mérida, tenia un negro esclavo, que echaba gusanos muy grandes por todas las partes del cuerpo. Desauciado de los médicos, fué traido á esta santa imágen, que en presencia de los religiosos del convento, del dicho canónigo y de muchos españoles, dió salud milagrosa al enfermo. <416>
Un español natural de la ciudad de Sevilla, estuvo muchos meses sin expeler escremento alguno, y comia mas que dos personas. Decia que era tanta la afliccion interior, que padecia, que le parecia se abrasaba, y habia mucho tiempo que le quitaba el sueño, aunque el color y aspecto tenia de persona sana. Destituido de humanos remedios, vino á visitar esta santa imágen, y dió la limosna de unas misas que traia devocion le dijesen. Prometió á la virgen de no salir de su santo templo, sino fuese sano, ó que en él habia de morir por su consuelo. Asi estuvo casi dos meses, hizo confesion general de su vida, y se encomendó á Dios y á su bendita madre. Fué nuestro señor servido, que mejorase y salió sano de aquella tan singular enfermedad, y dijo, que á no ser casado en Sevilla,se quedara perpetuamente á servir en aquesta santa iglesia: pero que prometia de venirla á visitar todos los viages que hiciese á estos reinos, y traerla alguna ofrenda, solicitando á todos fuesen sus devotos, y se valiesen del favor de esta santa señora.
Jugando en una ocasion un niño español (hijo de Francisco de Espinosa y doña Maria de Matos su muger) con otros muchachos españoles, cayó de una azotea alta, quedando quebrantado y tenido por muerto. Encomendóle su madre á la vírgen de Ytzmal, pidiendo con muchas lágrimas le sanase, y ofreció llevarle á su santo templo. A las veinte y cuatro horas volvió el niño en sus sentidos, quedando sano y bueno.
Rodrigo Alvarez de Gamboa, era encomendero de el mismo pueblo de Ytzmal, y su muger doña María de Sosa, tenia un achaque (que comunmente llaman fuego) en una mano, que en las menguantes de la luna la afligia mucho, y en las crecientes sentia alivio. Llegó á tanto el dolor, que sin aprovechar medicinas, ni comia ni dormia. Viendo esto su marido la dijo fuese á visitar esta santa imágen, y la llevase un ornamento para su altar, que esperaba en Dios la habia de dar salud. Vinieron, y dieron limosna, para que se les dijesen nueve misas, y oyendo una de ellas dia de la festividad de la espectacion de nuestra señora, como se iba diciendo la misa, iba mejorando la mano, y acabada la misa, quedó del todo sana, sin señal aun de la enfermedad, que habia tenido.
Navegando el capitan Domingo Galvan, tuvo una tormenta, y fluctuando en ella impelido el navío con la violencia, iba á dar en un gran peñasco entre bajos muy peligrosos: no teniendo ya fuerzas los marineros, cansados con el trabajo del récio temporal. Perdidas casi las esperanzas de librarse del riesgo presente, dijo el capitan á todos, que sus pecados los anegaban, que se encomendasen á Dios, pidiéndole misericordia, y que prometiesen todos de ir á visitar á la virgen de Ytzmul, si los libraba de aquel peligro. Hicieron todos la promesa puestos de rodillas con mucha devocion y confianza, y luego cesó la tormenta, y se hallaron en alta mar y paraje conocido, y con viento <417> favorable concluyeron su viage. En saliendo á tierra (que fué en esta de Yucatan) cumplieron su promesa, y estuvieron nueve dias en Ytzmal, oyendo nueve misas, y dando gracias á nuestro señor, publicaban el milagro.
Saliendo á pescar unos indios de Campeche en sus canoas, los sacó un recio temporal la mar á fuera, donde se vieron casi anegados. Dijo uno á otro: nuestros pecados nos trajeron á pescar, que no es posible, sino que los demonios á quien solemos dar crédito y aun adoramos, nos quieren perder. Encomendémonos á la vírgen de Ytzmal madre de Dios verdadero, sacando de nuestros corazones (modo de hablar suyo) esta mala inclinacion á idolatrar, y verás como nos libra deste peligro. El compañero respondió, que decia bien, y que irian á visitarla, y llevarian su limosna, y con esto se encomendaron á ella. La tormenta los llevó á Alvarado, donde se admiraron los vecinos no se hubiesen ahogado con aquella tormenta en embarcacion tan pequeña. Preguntáronles, como habian llegado tan léjos de su tierra, y contaron lo referido, y que desde que se encomendaron á la vírgen les pareció, que no sentian la tormenta. Despues costa á costa se volvieron en su canoa, y llegados á Campeche, donde ya los tenian por ahogados, contaron lo que les habia sucedido, y cumplieron su promesa. Decian despues, que en solo Dios se debia confiar, y que vivian engañados los indios idólatras, que ponian en duda las cosas de nuestra santa fé católica y que ellos habian vivido engañados de algunos embusteros, con que amonestaban á los demas indios fuesen verdaderos católicos, y de todo punto echasen de su corazon la idolatría. Muchos destos milagros han confirmado á los indios en la fé, y asi tienen grandísima devocion, y veneracion á esta santa imágen.
Habia en una ocasion en el meson del pueblo de Ytzmal algunos españoles, y uno burlándose cogió un arcabuz, y apuntando á un amigo suyo, le dijo: allá van esos confites, y sin querer se disparó, sembrándole el vientre de postas y perdigones. Al punto que el herido se vió asi, dijo: ó vírgen de Ytzmal libradme, que me han muerto y tambien el que le hirió invocó á la vírgen, y de carrera se fué al altar, y arrodillado delante de ella, con grandes ánsias le pidió sanase al herido, al cual llevaron como estaba al altar, pidiendo su salud. A vista de todos se fueron cayendo las postas y perdigones, quedando allí el herido no solo sano, pero sin señal alguna, y todos admirados dando gracias á Dios y á su bendita madre por el beneficio.
Una india de la ciudad de Mérida, padeciendo un gran dolor de vientre, determinó visitar esta santa imágen, y puesta en camino le apretó tanto el dolor, que entendió espirar, y asi la llevaban cargada, como casi difunta. Llegó y vió á la santa imágen, y despues la llevaron á su posada, donde le rebentó el vientre por un lado, quedando tan grande abertura, que por <418> ella excrementaba. Encomendóse con mas veras á la virgen santisima, y repentinamente se halló sana, como si tal enfermedad no hubiera tenido.
Como en la corte de nuestro católico monarca concurren personas de todos sus reinos, y allí se tratan las cosas grandes, que hay en ellos, dijo una desta tierra los grandes y innumerables milagros, que la madre de Dios de Ytzmal hacia, y la gran devocion que se le tenia, con que la gente de la casa donde lo dijo, quedó con gran afecto, y se encomendaban á ella, especialmente una doncella. Esta enfermó á poco tiempo, de suerte que no aprovechando médicos, ni medicinas, recibidos los santos sacramentos, y dispuesta como cristiana, llegó al parecer á lo último de su vida. Dióle un parasismo por espacio de dos horas, con que tenida por difunta, la amortajaron, y comenzaron á disponer dar sepultura á su cuerpo. Ya amortajada volvió en sus sentidos, y admirados los presentes le preguntaron, quien le habia dado la vida, pues ya la habian juzgado muerta. Y respondió de esta suerte: "Bendita sea la limpieza de la virgen y madre de nuestro criador, que asi paga la devocion de sus devotos. Habeis de saber, que la virgen sin mancilla me restauró la vida, que ya era en mi acabada, y alcanzó de su hijo precioso me volviese á este mundo, para que haga penitencia de mis pecados, y sea motivo de que muchos sean verdaderos devotos desta reina del cielo. Llevadme de aquí, que ya estoy sana, y libre de mi enfermedad." Quedólo verdaderamente, como manifesto la experiencia; y preguntándole sus padres, que devocion era la que tal beneficio consiguió, dijo: Que desde el dia que oyó tratar de la vírgen de Ytzmal, de la provincia de Yucatan, se ofreció á su devocion, y le rezaba un rosario cada dia, por cuya causa la sacó de las manos de la muerte, dió salud entera, y hizo otras muchas mercedes. Dieron gracias á Dios. y prometieron de enviar alguna ofrenda, y avisar de este milagro, como lo hicieron, para que se supiese, y asi está pintado con los demas referidos en su santo templo.
El año de 1634, por el mes de Setiembre, viniendo de España, ya por esta costa á vista de tierra en el navio del capitan Alonso Cárrio de Valdéz, una tarde sentimos todos, que el navío tocó con la quilla dos veces en tierra una poco despues de otra. Viendo el capitan el riesgo de barar el navío, y por lo menos perder el bagel, dijo á voces: vírgen santísima de Ytzmal, favorecednos, que yo os ofrezco el valor del cable de plata. Estaba cuando esto dijo el viento de la mar, que nos iba acercando á tierra, y instantaneamente se volvió el viento de la parte de tierra, que nos sacó á la mar, y quedó el navío libre de aquel peligro. Despues dió el capitan el valor del cable á vírgen santísima, como lo prometió.
Gobernando esta tierra el marqués de Santo Floro, enfermó la señora marquesa su muger Doña Gerónima de Laso y Castilla. <419> Llegó tan á lo último, que por instantes entendian espiraria. Encomendóse con gran afecto á la vírgen de Ytzmal, y cuando menos se esperaba, consiguió salud, la cual tuvo por cierto le impetró la vírgen, y asi para memoria dello lo hizo pintar en un lienzo, que esta puesto en su capilla, el cual envió con otros dones en agradecimiento de la salud recibida.
Por el mes de Octubre del año pasado de 1654, me vi yo con un achaque, no peligroso de muerte, pero penosísimo, y se me iba estendiendo por todo el cuerpo muy apresuradamente. Hice remedios, que se dice son eficacísimos, pero muy sensibles, y que causaban vehementes dolores, y no aprovechaban, ni lo atajaban. Viéndome afligido con ellos, me encomendé á esta santa imágen, y le hice una promesa. Desde entónces comencé á mejorar, y aunque es verdad, que apliqué otra medicina menos sensible, que las precedentes (por no esperar con temeridad, que Dios obrase conmigo manifiesto milagro, pudiendo aplicar causas naturales) sané del achaque, atribuyéndolo mas á merced de la vírgen santisima, que á eficacia del medicamento, porque conseguí salud mas brevemente de lo que entendí. Sea Dios bendito en sus misericordias, y su santísima madre. Amen.
CAPITULO IV.
Celébrase con gran concurso la fiesta de la Vírgen de Ytzmal,
y refierense otras milagrosas de este reino.
Ya dije, que fuera necesario hacer gran volumen de los milagros desta santa imágen: pero para el discurso de la piedad católica bastarán los referidos, y decir, que es el consuelo de todos los afligidos, que la invocan. Asi por todo el discurso del año es visitada en su santo templo de aquellos, que por su intercesion han conseguido beneficios divinos. Mas continuos y en mayor número son los que ha hecho con los indios, como gente mas mísera destituida de socorros humanos y pobre; y así es grandísima la devocion que con ella tienen, y la veneracion tanta, que en diciendo el indio: por la corona de la vírgen de Itzmal, se le puede creer, aunque continuamente son tan de poca verdad. Con las mismas palabras ruega por sí, para alcanzar perdon de cualquiera culpa en que le cogen: pareciéndole el mas eficaz medio para conseguirle.
Aunque por todo el año es visitada, principalmente en su festividad á ocho de Diciembre dia de su Purísima Concepcion suele ser el concurso casi innumerable de españoles, mestizos, mulatos, negros y indios de toda esta tierra, hasta de Cozumél provincia de Tabasco, y aun de Chiapa. Celébrase todos los años con las mayores fiestas posibles en esta tierra, y los caminos aquellos dias se ven tan llenos de indios por todas partes, que parecen hormigueros. Muchos españoles y españolas <420> desde que en el camino descubren su santo temple, van hasta él á pié. Pero lo que causa mas devocion, es ver la veneracion con que á él llegan los indios. Ya se ha dicho, que está el temple en un cerrillo, y asi por todas partes se sube á él por gradas. Muchos son los que desde la primera van las rodillas por el suelo todas ellas, patio y iglesia, hasta llegar al pié del altar, que en medio de la capilla mayor se hace para colocarla aquellos dias, y allí ofrecen lo que llevan, segun su pobreza, y con besar la orla del frontal van consoladísimos á sus casas.
Es esta santa imágen de escultura de talla entera con su ropage estofado, de altura de cinco cuartas y seis dedos, el rostro muy magestuoso y grave, la color de él, blanco algo pálido, las manos juntas sobre el pecho y levantadas, y causa respecto venerable mirarla. Tiene muy ricos vestidos y joyas, que devotos le han dada, especialmente uno, que de España le trajo el R. padre Fr. Antonio Ramirez, y una vidriera cristalina, con que se descubre toda en su trono, que esta en medio del retablo del altar mayor sobre el sagrario. Despues le hizo un transparente muy vistoso y adornado, y con las joyas que la ofrecieron en la ciudad de Mérida, cuando la llevaron por la peste (como se dice adelante) un trono de plata labrada de martillo muy costoso y curioso. Despues hizo cubrir de plata las andas, en que se coloca para la procesion del dia de su festividad. Tiene delante de su altar muchas lámparas de plata, y en la iglesia muchísimas señales de los milagros que ha hecho, que ha sido necesario quitar muchos, porque llenaban las parades. Sea Dios bendito, que tan singular merced hizo á esta tierra, concediendo esta santa imágen.
Por si no hay otro lugar tan á proposito, digo en este, que no solo hay de esta santísima señora nuestra, la imágen referida, sino tambien otras milagrosas, aunque no tan celebradas. En el convento de Calotmul, jurisdiccion de la villa de Valladolid, hay una do escultura de talla entera, de una vara, el color del rostro blanco y agradable. Su título es de la Purísima Concepcion, y con ella tienen los fieles singular devocion. Hablando de ella el doctor Aguilar en su informe contra los indios idólatras desta tierra, dice estas palabras: "Y esta por la bondad de Dios veneré y he venerado, y veneraré en mis dias, por las mercedes y milagros, que conmigo usó en el viage que hice á España por procurador de la clerecia de este obispado el año de 1602, trayéndome á salvo en una nao vieja y rota, cuya bomba no cesó dias, ni noches en todo el viage, hasta el puerto de Zizal, trayéndole por ofrenda la primera corona de plata que tuvo. Lo cual refiero, para que todos la veneren."
En el pueblo de Bécal, visita de nuestro convento de Calkiní, <421> en el camino de Campeche á Mérida, hay otra imágen de nuestra señora de talla de escultura, de altura de cinco palmos. El rostro hermoso y blanco de color. Su título es de la Natividad. Tienen con ella singular devocion, asi españoles, como indios, y por su invocacion ha obrado Dios algunas maravillas, y asi es grande el concurso de gente que va á visitarla, cuando se celebra su festividad á ocho de Setiembre cada un año.
Hay en el pueblo de Tiz, (Tetiz) visita de nuestro convento de Hunucmá otra imágen de nuestra señora, de singular devocion y hermosura de rostro, á quien visitan muchos españoles: unos á pedir remedio en sus necesidades, y otros á dar gracias por beneficios recibidos. Estando en novenas ante su altar unos españoles (entre ellos el encomendero de aquel pueblo) y algunos indios vieron al punto del media dia. bajar de lo superior del media de la iglesia, que es cubierta de paja, un globo de fuego, que yéndose para la santa imágen, se entró debajo de su manto, recibiéndole ella con movimiento de las manos y levantando el manta, como para recibirle debajo. Quedó este prodigio auténticado en el libro de la cofradia, que los indios de aquel pueblo tienen, de la reina del cielo. Su echura es de talla entera, de altura vara y media, su rostro de color blanco, y su título de la Purisima Concepcion. El case referido sucedió á ocho de Diciembre, año de mil y seiscientos y cincuenta.
En nuestro convento de Maní, en la iglesia de piedra, hay una imágen de nuestra señora, título de su Purisima Concepcion. Es de escultura de talla entera, de buena y proporcionada altura, su rostro hermosísimo, de color blanca, mueve á mucha devocion su postura, como en elevacion al cielo. Despues de puesta en su altar, se le vió una mancha, como lunar grande en la mejilla izquierda, debajo del ojo, habiéndose puesto sin él. Yo he sido guardian de aquel convento, y muchas veces me parecia, que en unas ocasiones estaba aquel como lunar, mayor que en otras, y la hermosea mucho. Ha obrado nuestro señor por media de ella algunas maravillas, y en especial resucitó á un niño indezuelo de edad de tres años. Su madre llorando, le llevó muerto, v le puso delante de la imágen sobre un banquillo, y haciendo oracion con la devocion y fé, que Dios la dió no solo resucitó el niño, pues le volvió la afligida madre sano y bueno á su case. No solo los indios de aquel pueblo tienen particular devocion á esta santa imágen: pero aun tambien los de la comarca, y ninguna persona la vé, que no se la tenga.
A la administracion del beneficio de Zotuta está sujeto un pueblo llamado Tavi, donde está el Zonóte ó caberna de agua, de que se hizo mencion en el libro cuarto. En este Zonóte se halló una imágen de la vírgen, de esta suerte. Una noche <422> estando en el pueblo Rodrigo Alonso García encomendero de él, y otros españoles, se oyeron repicar las campanas de la iglesia. Causóles novedad, como era á deshora, y fueron á la iglesia para ver la ocasion de aquel repique: pero no se halló persona alguna, que las hubiese tocado, ni mandado tocar. Cesó el repique miéntras allí estaban, y en apartándose de la iglesia sonaron otra vez las campanas. Entre otras, una de las veces que fueron, pasando por junta á la boca del Zonote (que está luego á la puerta y vista de la iglesia) vieron una imágen en la misma boca y bordo del Zonote, sobre una peana, cuya mitad estaba para la parte de adentro de la concabidad, y asi parecia estár como suspendida. Acercáronse, y conocieron ser imágen de la madre de Dios, y al ruido se habia juntado mucha gente del pueblo no se atrevieron á tocar á ella, hasta dar noticia del suceso al beneficiado que entónces era Diego Velazquez de Arceo, el cual en sabiéndolo vino y halló la imágen como se ha dicho. Lleváronla con gran regocijo á la iglesia, y pusiéronla en su tabernáculo, donde solia estár sin que se pudiese saber, cual fuese la causa de estár allí, y repicarse las campanas. Frecuentóse mucho su devocion desde entónces, y por ella se han recibido muchos beneficios de la divina clemencia. Faltóle al bachiller Valencia en su relacion, poner el dia y año de este suceso cuando la hizo, que le fuera fácil averiguar, por es habia sido allí beneficiado, sucesor del referido. Yo aunque he hecho diligencia no he hallado quien me lo diga. Es esta santa imágen de talla de escultura, su color de rostro trigueño, y su altura de tres cuartas todo el cuerpo.
Despues que es beneficiado el bachiller D. Fernando Pacheco y Benavides, me escribió que el año pasado de cincuenta, á diez de Enero, en presencia suya, con el aceite de la lámpara de esta santa imágen sanó un mulatillo de su casa tullido, y anduvo luego que con él le untaron.
El año siguiente de 1651, D. Gaspar Pacheco, hermano del dicho beneficiado, llegó á estar tan al cabo de la vida por achaque de la orina, que no podia evacuar, que ya se habia despedido dél, y de todos los suyos, pareciéndole estaba para rebentar. En este grave, y próximo peligro á morir, le hizo poner una toca de esta santa imágen el padre beneficiado, y luego al instante empezó á evacuar, y á echar pedazos de causticos, que le tenian tapada la via natural. Sucedió esto á doce de Junio del dicho año.
En nuestro convento de Uayma hay una imágen de la madre de Dios, que su echura es de talla entera de escultura, de altura de poco menos de vara, su ropage estotado, el rostro muy agraciado y blanco, con una imágen de su hijo santísimo en las manos. Su título es de la Purificacion, ó Candelaria, y no solo los españoles, y indios de jurisdiccion de Valladolid, de donde <423> dista dos leguas, sino el resto de esta tierra, tiene gran devocion con ella, y hay en su iglesia muchas insignias de beneficios por su invocacion recibidos. De nuestra señora de la Laguna, como y cuando se apareció, y sus milagros, se dá razon en el libro duodecimo.
CAPITULO V.
De un singular duende, que hubo en la villa de Valladolid.
La diversidad de cosas, que por unos mismos tiempos suceden ocasiona tratar en este lugar materia, que lo es tanto de la precedente inmediata, toda pia, devota y celestial toda, como ella misma dirá. Aunque la gravedad de una historia, no admite fábulas, indigno objeto de ella: el caso presente por particular, y constante á todos los de esta tierra, le referiré como le escribió el doctor V. Pedro Sanchez de Aguilar en su informe contra los indios idólatras de esta tierra, el cual dice asi: "Tampoco vendrá fuera de propósito traer á la memoria, cuan perseguida y alborotada estuvo la villa de Valladolid mi pátria, por los años de mil y quinientos y sesenta, segun mi cuenta, con un demonio parlero ó duende (caso estupendo é inaudito) que hablaba y tenia plática de conversacion, con cuantos querian hablarle á las ocho ó diez de la noche á candiles apagados y sin luces, el cual hablaba á modo de un papagayo, y respondia á cuanto le pedia un hidalgo conquistador, llamado Juan López de Mena, natural de Logroño, y otro conquistador llamado Juan Ruiz de Arce de Las Montañas de Burgos. En sus casas este duende hablaba, y conversaba mas que en otras, mandábanle tocar una vihuela, y la tocaba diestramente, y sonaba castañetas, y bailaba tocándole otro, él se regocijaba, y reia, pero no le pudieron, ni se dejó ver."
"Preguntándole donde habia estado dos ó tres dias, que no habia venido á conversacion, dijo, que habia estado en la ciudad de Mérida en casa de un conquistador, llamado Lucas de Paredes, yerno de un hidalgo, vecino de la dicha villa, llamado Alvaro Osorio, natural de Salamanca, conquistador asimismo, porque decia, que era su aficionado, y daba razon de su salud, y sucesos. Otras veces hablaba mal de algunas doncellas, y § una levantó un falso testimonio, cuyo padrastro la trató mal injustamente, pues á un demonio no se debe dar crédito, que es padre de mentiras, testimoniero, y cisañador. Preguntándole quien era, y de donde, afirmaba que era cristiano, y de Castilla la vieja, y rezaba el pater noster, y otras oraciones."
"A los principios no hacia daño alguno, ni fué perjudicial en estas dos casas donde hablaba, aunque en otras lo era, y tiraba piedras, sin hacer daño con ellas, y hacia ruido en las azoteas y zaquizamies, con que espantaba á los que no le hablan oido hablar, y muchas veces tiraba con huevos á las <424> mugeres y doncellas, y enfadada una tia mia, le dijo una vez: vete demonio de esta casa, la dió una bofetada en la cara, dejándola el rostro mas colorado, que una grana. En otras casas hacia ruido y no mas, y luego iba á las dos, que él mas cursaba y haciendo ruido, y silvos, como una chicharra, se reía y contaba lo que le habia pasado en otras casas, y los asombros y espantos que habia hecho. Sucedió, que el cura de aquella villa, llamado Tomás de Lersundi, le quiso conjurar, para lo cual llevó el Ritual y Manual, é hisopo debajo la capa, y disfrazado una noche, fué á una de las dos casas, donde hablaba, y le esperó á que hablase, y aunque le llamaron no vino ni habló; á ido el cura, hizo el ruido que solia, riyéndose muchísimo. Vuelto el cura á su casa, donde habia dejado la mesa puesta para cenar, y una fuente de buñuelos y una limeta de buen vino, cerrada la casa, halló en la fuente mucho estiercol de su mula, y la limeta llena de orines añejos, y al punto que el cura salió del conjuro que iba á hacer, riyéndose mucho, dijo el duende: el cura me queria coger, pues no me cogerá, allá verá en su mesa con quien se burla, y rogándole que dijese lo que pasaba, dijo la burla dicha, y por la mañana la contó el cura á todo el pueblo."
"Hacia un alacran de cera, ó una sabandija, y la pegaba á la pared, para asombrar á algunos." Sucedió, que el conquistador Juan López de Mena, estando en la ciudad preso, le habló al oido una noche y le dijo estas palabras: "Amigo, tu muger te ha parido un braguilote, y á la mañana lo contó á todos los presos, y de allí á pocos dias le vino una carta, en que le avisaban haber parido su muger un hijo, y está la ciudad treinta y cuatro leguas. Y sabiendo el señor obispo los falsos testimonios que decia, y los denuestos con que infamaba á algunos, mandó con graves censuras, que ninguno le hablase, ni respondiese. Y cumpliendo con estas excomuniones los vecinos dejaron de hablarle, y responderle; por lo cual dió este demonio ó duende, en llorar y quejarse del obispo, y en hacer mayores ruidos y golpes, y estruendos en las azoteas y terrados, con que asombraba y quitaba el sueño. Despues de esto dió en quemar las casas que entónces eran las mas de paja, y de unas palmas que llaman guano; por lo cual los vecinos acudieron al favor divino, y se juntaron en la iglesia y pidieron al cura echase suerte por un santo abogado y prometieron de celebrar su fiesta con procesion al convento de san Francisco, y les cupo en suerte al bienaventurado san Clemente Papa y mártir, que es á veinte y tres de Noviembre, y en este dia voy trasladando este informe para imprimirlo, siendo Dios servido, y en su nombre acuso á mis compatriotas en el descuido que ví en ir á la procesion, dejando solo al cura, siendo el voto de la villa en comun, y de sus padres y abuelos. En el retablo de la iglesia está este santo con un demonio atado." <425>
"Calló por mas de treinta ó cuarenta años, hasta los años de mil y quinientos y noventa y seis, que siendo yo cura en la dicha villa, volvió este demonio á infestar algunos pueblos de mis anexos, quemándoles las casas de los pobres indios, y en particular en el pueblo de Yalcobá, de donde fuí llamado por los indios devotos, para que les conjurase y desterrase de aquel pueblo, donde á medio dia puntualmente, ó á la una de la tarde entraba un remolino de viento, levantando gran polvareda y con un ruido como de huracan y piedra paseaba todo el pueblo, ó la mayor parte dél, y aunque los indios se prevenian luego en apagar aprisa el fuego de sus cocinas, no aprovechaba, porque de las llamas con que este demonio es atormentado, despedia centellas visibles, que como cometas nocturnas y estrellas errátiles pegaba fuego á dos ó tres casas en un instante, y de ellas se abrasaba la que no tenia gente bastante para apagar el fuego con valdes de agua y mantas mojadas, con que tenia á los miserables indios asombrados y temerosos, y se salian á dormir á la sombra de sus árboles altos y coposos. Y habiendo yo llegado á este pueblo, y comunicado con los indios la misa cantada solemne que pedian; la misma noche por su despedida quemó una casa bien grande. Y habiendo otro dia dicho misa cantada á la intercesion del arcangel san Miguel, abogado de estos indios, hice mi oficio de cura, en la puerta que cae al sur, conjuré á este demonio, y con la fé y celo que Dios me dió, le mandó que no entrase mas en aquel pueblo, con que cesaron los incendios y torbellinos, á gloria y honra de su divina magestad, que tal poder dió á los sacerdotes. Con lo cual volvió este demonio á infestar y perseguir la dicha villa de Valladolid con nuevos incendios en las casas de los pobres vecinos, que no eran de teja, y poniendo cruces en todos los cavalletes; cesó este daño por algunos años, aunque todos lo atribuian á los muchos hechiceros, encantadores y idólatras de estos tiempos, lo cual no deja de tener fundamento y sospecha verisimil." Con estas palabras á IR letra refiere los sucesos de este duende ó demonio, y en la villa de Valladolid hay memorias de otras muchas cosas del. Despues de venido yo de España, hubo allí algunos incendios de casas, que no se sabia de que se originasen, y se sospechaba que él los ocasionaba, procurando inquietar á los vecinos españoles y indios, y molestarlos como solia antiguamente.
COGOLLUD.TM1 Continued
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