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Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language
CAPITULO XV.
Mudan la Villa al sitio en que está,
y fundan la de Salamanca en Bakhalál.
El asiento, ó sitio de Choáca (Ah Chauac Ha), donde fundaron la Villa de Valladolid, dista seis leguas de la mar, poco mas ó menos, y se sale á ella camino derecho para el puerto, que llaman los españoles el Cúyo, escogido por cercano, para proveerse de las cosas necesarias de Castilla, y otras partes por la mar. Aunque esperimentaban esta comodidad, hallaron otros inconvenientes, asi para los españoles, como para los indios contra los órdenes reales, que mandaban á tirar por su buen tratamiento y conservacion, siéndoles lo menos penosos, que pudiesen. Pasaron, lo restante del año de cuarenta y tres con forma de poblacion, <214> trazada plaza y calles con casas pajizas, como las de los indios, miéntras se podian edificar de piedra. Entrado el año de cuarenta y cuatro, no pareciendo á proposito el sitio, trataron de mudarse al asiento de Zaqui (Zac Ii), donde está ahora. Para esto á catorce de Marzo, Pedro de Molina procurador de la Villa, continuado en su oficio, en nombre de ella presentó una peticion al capitan Francisco de Montejo justicia mayor, pidiendo se mudase la Villa y las razones que para ello dió, fueron. "Que se habia fundado en aquel sitio, no conociendo la calidad de la tierra, ni salud de ella, que era lugar enfermo el asiento de la Villa, con lo que se alcanza de la costa, que es tierra baja, humeda y doliente. Los españoles que en ella residimos (dice) hemos estado dolientes y lo estamos, y algunos conquistadores de la dicha enfermedad se han muerto, y otros muchos viven enfermos, á cuya causa no osando residir en esta dicha Villa, se están en sus pueblos. Allende, que de el servicio y esclavos que teniamos, se nos han muerto la mayor parte, asi hombres como mugeres y de cada dia enferman y mueren. Y los naturales que en esta costa residen, dicen ser doliente, y viven hinchados y barrigudos, y dolientes, y mueren muchos de ellos, por donde han venido en grande diminucion los pueblos. Y si esta dicha Villa no se muda á otra parte mas dentro de la tierra, pereceriamos de enfermedad, ó ya que esto no fuese, podria ser. que viéndonos los naturales enfermos, y que por falta de salud nos velamos, y estamos divididos en los pueblos, darian sobre nosotros, y nos mataran (no era en vano este recelo como se verá) y se perderá el servicio de Dios y la obediencia, que á su Magestad tienen dada. Porque pido á v. md. por mi solo: y en voz de república de parte de su Magestad requiero una, dos y tres veces, y las que de derecho soy obligado mude esta dicha Villa á otro asiento, que no sea en la costa, no embargante, que el señor gobernador manda se pase á Conil, que es en la dicha costa, y es mas bajo, humedo y cenagoso y doliente, y mas fuera de comarca, que este asiento; al sitio de Zaqui (Zac Ii) pueblo de indios, que es sano, llano, abundoso de leña y aguas, y pastos, y la tierra adentro: mas en comarca para nuestro servicio, y menos vejacion de los naturales, que donde ahora estamos; visto, y esperimentado por españoles muchos años ha. Y si asi v. md. lo hace, hará lo que es obligado: donde no, protesto contra v. md. todos los daños, que á los conquistadores y pobladores se les recreciere, y el perjuicio y muertes que se recrecieren en nuestras personas y nuestro servicio, y en los naturales de los pueblos, que tenemos encomendados, que por venir á servir de lejos á tierra enferma mueren y vuelven dolientes. Demás, que me quejaré á mi rey y señor, como de persona, que no procura el bien, utilidad y pacificacion de los naturales. Y de como lo pido y requiero,pido al presente escribano y á los señores del cabildo me sean testigos." <215>
Parece, que los conquistadores viendo que el sitio de la Villa no era á proposito para permanecer, lo habian escrito al Adelantado, y habia remitido órden, para que se pasase al asiento de Conil, que hallaban por tan malo como el presente. El capitan Francisco de Montejo solamente respondió á la peticion, que en ella pedian lo que eran obligados, y que lo oia; pero salido de alli no se trataba de cosa. Por esto el procurador á diez y siete, dió otra peticion con las mismas protestas, y no hubo mas respuesta, que la pasada; y asi á diez y nueve dió tercera, que no tuvo mejor despacho, que las antecedentes. Entónces el cabildo pidió al escribano testimonio de lo que pasaba, para recurrir adonde debiesen á pedir justicia. Mediante esto, mandó el capitan Francisco de Montejo se procediese á informacion jurídica de lo contenido en las peticiones. Hízose como se estaba experimentando, con que se despobló la Villa del sitio de Choáca (Ah Chauac Ha), y se mudó donde hoy permanece. Por lo referido se vee no dijo bien el licenciado Cano en su relacion, afirmando, que á catorce de Marzo se despobló la Villa. Solamente lo titular de la iglesia se mudó en la Anunciacion de nuestra Señora, quizá (dice aquella relacion) porque llegaron su víspera, á veinte y cuatro de Marzo al nuevo sitio de Zaqui (Zac Ii); pero de lo uno, ni lo otro no hay escrito auténtica que lo diga para certificarlo.
No habia sido sola la atencion de los conquistadores formar aquel la poblacion, que en el mismo tiempo solicitaban pacificar la provincia de Cochuá, donde al capitan Alonso Dávila sucedió lo que se dijo. Habia dado el Adelantado poder para ello al capitan Gaspar Pacheco, con título de capitan general y teniente de gobernador suyo, y á su hijo Melchor Pacheco de maestro de campo de aquella conquista. A tres de Enero del año pasado de mil y quinientos y cuarenta y tres, presentó Gaspar Pacheco su título ante el cabildo de la ciudad de Mérida, con peticion en que decia, que para poner en ejecucion lo que le ordenaba el Adelantado, necesitaba de ir á la Nueva España á recoger gente, que poblase aquella provincia (que alli llama de Vaymil) y prevenir otras cosas necesarias para la pacificacion, y que asi le diesen licencia á él, á su hijo Melchor Pacheco, y á Alonso López Zarco, para ir á prevenirse de todo. La respuesta del cabildo fué, que remitian el provehimiento al general D. Francisco de Montejo, para que ordenase lo mas conveniente al servicio de Dios, de su Magestad y bien de la ciudad. Que fuese á la Nueva España juntar la gente y demás cosas, que en la peticion dice, no he hallado escritos con que afirmarla; pero juzgo que fué, porque no se hizo la entrada aquel año, que le debió de gastar en prevenirse, hasta el siguiente de cuarenta y cuatro, en que pacificaron aquella tierra. Salieron, pues, de la ciudad de Mérida los dos Pachecos, padre y hijo, acompañándolos muchos vecinos <216> de ella, que no dieron lugar al ocio, hasta tener sujeta toda esta tierra al dominio de su Magestad.
Andando en la conquista de aquella tierra, enfermo el general Gaspar Pacheco, por cuya causa se hubo de volver á la ciudad á curar. Tenia poder de el Adelantado para sostituir aquella pacificacion, y asi dejó en su lugar á su hijo Melchor Pacheco, que la concluyó, venciendo las dificultades de albarradas, palizadas y otras fortificaciones que los indios habian hecho, en cuyos encuentros murieron algunos de los conquistadores. Pacificado aquello en un asiento, que los indios llaman Bakhalál, cerca de ochenta leguas de la ciudad de Mérida, á la parte oriental, declinando al mediodia en el sueste; fundaron en el nombre del rey una nueva Villa, á que llamaron Salamanca, poniendo en ella un alcalde y algunos regidores, por ser pequeña poblacion, que casi no ha tenido aumento, y aun estos años pasados los que en ella habia, no pudiendo defenderse de los cotidianos enemigos, como eran tan pocos, han estado retirados la tierra adentro. Tiene puerto de mar en la costa de Honduras, y confina con los indios de la Verapaz, Ytzaes, Chinamitas y otros, de que adelante se trata, y se están por conquistar. Fundada aquella poblacion, los conquistadores, que no quedaron por vecinos, dieron vuelta á la ciudad de Mérida, y noticia á su general de lo sucedido, con que se comenzó á gozar de mas quietud, y esto dice el bachiller Valencia, fué por fines del año de mil y quinientos y cuarenta y cinco. Ya tenemos todo el distrito de esta tierra al parecer pacífico, y para su mayor seguridad fundadas en ella tres Villas, y una ciudad de españoles; pero cuan contra el gusto de los indios, haya sido, se verá, por lo que poco despues sucedió, y se refiere adelante en el libro quinto.
CAPITULO XVI.
Nombres de los conquistadores que se avecindaron en Mérida,
cuando se fundó la ciudad.
Por el libro de cabildo de la fundacion de la ciudad de Mérida, constan los nombres de los conquistadores, que en ella se avecindaron, cuando de nuevo se pobló, y son los que en este capítulo se refieren. No todos se avecindaron luego, porque fué en el discurso de los dos primeros años, y esto se ocasionó de andar en la pacificacion de lo oriental de esta tierra, porque no fueron suficientes para ella, los que solamente quedaron por vecinos de las dos Villas de Salamanca y Bakhalál. El primero que pidió ser recibido por vecino, fué D. Francisco de Montejo, hijo del Adelantado, su teniente de gobernador y capitan general de esta conquista, y luego el mismo dia quedó admitido por el cabildo, y tambien los primeros <217> alcaldes y regidores quedaron avecindados. Pondré los nombres por el órden que siguen las letras, con que satisfago á algunos reparos en la antelacion, y asi van como ocurren.
A.
Alonso de Reynoso.
Alonso de Arevalo.
Alonso de Molina.
Alonso Pacheco.
Alonso López Zarco.
Alonso de Ojeda.
Alonso Rosado.
Alonso de Medina.
Alonso Bohorques.
Alonso Gallardo.
Alonso Correa.
Andres Pacheco.
Antonio de Yelves.
B.
Bartolomé Roxo.
Blas Hernandez.
Beltran de Zetina.
Baltazar Gonzalez.
Baltazar Gonzalez, otro portero de cabildo.
C.
Cristoval de San Martin.
D.
Diego Briceño.
Diego de Medina.
Diego de Villareal.
Diego de Baldivieso.
Diego Sanchez.
E.
Estevan Serrano.
Estevan Martin.
Estevan Yñiguez de Castañeda.
F.
Francisco de Bracamonte.
Francisco de Zieza.
Francisco de Lubones.
Francisco de Arzeo.
Francisco Tamayo.
Francisco Sanchez.
Francisco Manrique.
Francisco López.
Francisco de Quiros.
Fernando de Bracamonte. <218>
G.
Gaspar Pacheco.
Gonzalo Mendez.
Gaspar Gonzalez.
Garcia Aguilar.
Garcia de Vargas.
Gómez de Castrillo.
Gerónimo de Campos.
H.
Hernando de Aguilar.
Hernan Muñoz Baquiano.
Hernan Muñoz Zapata.
Hernando de Castro.
Hernan Sanchez de Castilla
J.
Juan Urrutia.
Juan de Aguilar.
Juan López Mena.
Juan de Porras.
Juan de Oliveros.
Juan de Sosa.
Juan Bote.
Julian Doncel.
Juan de Salinas.
Juan Cano.
Juan de Contreras.
Juan de Magaña.
Joanes Vizcaino.
Juan de Parajas.
Juan Ortes.
Jorge Hernandez.
Juan Vela.
Juan Gómez de Sotomayor.
Juan Ortiz de Guzman.
Juan de Escalona.
Juan del Rey.
Juan de Portillo.
Juan Farfan.
Jacome Gallego.
Juan López.
Juan de Priego.
Juan Caballero.
Maese Juan.
L.
Luis Diaz.
Lucas de Paredes.
Lope Ortiz <219>
M.
Melchor Pacheco.
Licenciado Maldonado.
Miguel Hernandez.
Martin de Yriza.
Martin Sanchez.
Miguel Rubio.
Martin de Yñiguez.
Melchor Pacheco el viejo.
N.
Nicolas de Gibraltar.
P.
Pedro Diaz.
Pedro Costilla.
Pedro Galiano.
Pedro Alvarez.
Pedro de Chavarria.
Pedro Diaz Poveda.
Pedro Muñoz.
Pedro de Valencia.
Pedro Franco.
Pedro Fernandez.
Pablo de Arriola.
Pedro Garcia.
Pedro Alvarez de Castañeda.
Pedro Hernandez.
R.
Rodrigo Alvarez.
Rodrigo Nieto.
Rodrigo Alonso.
Rodrigo Camiña.
S.
Sebastian de Burgos.
El traslado de una relacion de los nombres de todos los conquistadores, que anda en esta tierra en muchas manos, tiene los mas, que aqui están escritos; pero dicese en su título, que se halló en la pared de nuestro convento de Mérida, en una cajita de plomo, rompiendo para el arco, donde está el altar de Cristoval de Paredes, y aun algunos (juzgo que no con buena intencion) han dicho que se hallaron otros papeles con ella, que era en daño de diversas personas. Lo que puedo asegurar, que cuando se abrió aquel arco vivia en el convento el R. P. Fr. Juan Coronel, padre de esta provincia, y tan conocido en ella, y preguntando, si tal habia sucedido, me dijo, que no, ni aquellos, ni otros algunos papeles se habian hallado en la tal pared, y que si hubiera sucedido, era fuerza lo supiese, como religioso y grave, y que en el convento <220> obtenia el primer lugar despues del guardian. Nadie sabe de cierto, quien sembró este rumor, y asi vuelvo á decir, que juzgo fué algun mal intencionado, asi por lo dicho, como porque remata diciendo, que algunos nombres se hallaron escritos, y que tienen algunas cifras al cabo, dando á entender, que son señales originales de causas, que pueden ocasionar desdoro. Adviértolo, porque no merece crédito en lo uno, ni en lo otro.
Lo cierto es, que en las guerras referidas de la conquista de esta tierra, murieron mas de seiscientos españoles, y despues del último rebelion y alzamiento, que se dirá adelante quedaron ciento y noventa calificados por conquistadores de Yucatan, sin los hijos, y deudos de los primeros, que por haber muerto en la conquista no merecieron menos, como lo alegó D. Juan Grau y Monfalcon, procurador general en la corte de su Magestad, en un memorial informatorio, que dió al rey nuestro señor en su real y supremo consejo de las indias, por la ciudad de Mérida, cabeza de Yucatan, sobre las pretensiones de la ciudad y provincia, impreso en Madrid año de mil y seiscientos y cuarenta y cuatro. El centesimo antes de quinientos y cuarenta y cuatro, hallo solamente en órden á gobierno cosa memorable; haberse tenido nuevo órden en lo tocante á bienes de difuntos, porque se publicó y mandó ejecutar la real provision, que la cesarea Magestad del emperador Cárlos Quinto, que está en gloria, habia dado en Granada nueve de Noviembre de mil y quinientos y veinte y seis años, para evitar los desórdenes y fraudes, que en ellos habia.
A principio del año de mil y quinientos y cuarenta y cinco, lúnes cinco de Enero, despues de una gran tormenta, que padeció el bagel, en que venia de España á su obispado el señor D. Fr. Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapa, con los religiosos de la órden de nuestro Padre Santo Domingo, que fueron los primeros fundadores, que con asiento formaron aquella su provincia de Chiapa y Guatemala; dieron vista al puerto de Campeche ó San Lázaro, que habian llamado por lo que se dijo en el libro primero. No pudieron aquel dia coger puerto, y hubieron de quedar en tres brazas de agua, haciendo farol en el bagel, y correspondiéndoles de tierra con otro, que les pusieron. Aqui fué donde antes de salir á tierra hizo el señor obispo á los religiosos aquella plática, que refiere el padre Remesal en su História, en que les refirió las crueldades de los españoles con los indios en los primeros años de la conquista, y de que se dió razon en el libro segundo. Enviaron el dia siguiente á la mañana el batel á tierra, que diese nueva de la llegada del obispo, y como á las nueve del dia volvió á bordo, y en él el clérigo ó cura del lugar, y cuatro ó cinco españoles con muchas canoas de indios, para ayudar á lo necesario. La playa se llenó de gente para recibir en el desembarcadero al obispo, que saliendo á tierra dió su <221> bendicion á todos los presentes. Fueron á la iglesia, y aunque la festividad era tan grande como dia de los Santos Reyes, no pudieron decir mas de una misa, por ser ya muy tarde.
Saliendo de la iglesia, para llevar al obispo á la casa de su hospicio, pidieron los vecinos á los religiosos, para dársele en sus casas y regalarlos, como lo hicieron, con que todos por entónces quedaron bien acomodados. Sabida la llegada del obispo en la ciudad de Mérida, envió el capitan general D. Francisco de Montejo á un caballero cuñado suyo, que en su nombre le diese la bien venida, y dijese, que si gustaba ir á la ciudad de Mérida; mandaba, se le diese todo ávio y regalo. Agradeció mucho el señor obispo la cortesía del capitan general, y respondió, que le era forzoso pasar sin detenerse á Chiapa. Sobre decir el obispo á los vecinos, que debian poner en libertad los indios esclavos que tenian, se disgustaron con él, y le dieron algunas pesadumbres, negáronle los diezmos, salarios reales y otras libranzas, que traia para pagar el flete de la embarcacion, si bien el cura Francisco Hernandez le asistió con mucha fidelidad, y le prestó cien castellanos de oro, con que contentó al piloto. Despues los vecinos conociendo el desacierto que habian hecho; antes que saliera el señor obispo, se reconciliaron con él, y para el viage le dieron algunos regalos y ayuda de matalotaje, de que estaba falto. Aunque el padre Remesal dice, que la Villa de los españoles, no era mas que de trece vecinos; era mayor, porque aun su fundacion parece haber sido de treinta. Estarian algunos de ellos en los pueblos de su encomienda, como entónces acostumbraban, y asi hallaron tan pocos en la Villa. El viage de los religiosos á Tabasco fué desgraciado, porque habiéndose repartido en dos barcos, el primero con un recio Norte se derrotó, y se ahogaron nueve religiosos, y otras veinte y tres personas con ellos, Mártes veinte y uno de Enero. Despues el señor obispo con los que quedaron en su barco tuvo feliz viage.
La poca cristiandad, que habia en los indios por este año, antes que vinieran nuestros religiosos fundadores de esta provincia, se ve claramente en lo que refiere el padre Remesal, que habiendo dicho, como quedaron hospedados sus religiosos el dia que salieron á tierra, dice luego estas formales palabras: "A la tarde se fueron al pueblo de los indios, porque deseaban mucho ver su policia y modo de vivir. Eran casi todos infieles, y asi los hallaron trabajando, y entendiendo en sus labores. El pueblo no tenia órden, ni concierto, las casas en distancia apartadas la una de la otra, las paredes de caña, y el tejado de paja. Salió todo el pueblo á ver á los padres, y el cacique muy regocijado los llevó á su casa, &c." Y en el capítulo siguiente dice, que la ocasion de saber aquellos religiosos, que los primeros españoles hallaron un modo de bautismo, que tenian los indios en tiempo de su gentilidad (de que se <222> dá razon luego en el siguiente libro de esta Historia) fué. "Hallar en el pueblo de los indios mas mugeres bautizadas, que hombres: porque los soldados, como escrupulosos, y recelosos de llegarse á muger gentil, y que siendo ellos cristianos, no fuesen ellas tambien del gremio de la iglesia, las hacian bautizar, y el cura tenia por bastante catecismo, que ella supiese, para que efecto era el bautismo." Y mas adelante en el mismo capítulo tratando de la ocupacion de los religiosos en aquellos dias, dice estas palabras." Los indios en este tiempo acudian desde su pueblo, y de otros de la comarca á ver los padres: sentábanse muchos á esperarlos para verlos, cuando salian de casa, hincabánse de rodillas, besabánles los hábitos, y con un entrañable afecto levantaban las manos al cielo, diciendo, Jesus, Jesus, accion que enternecia mucho á los padres, conociendo por ella el gran deseo, que aquellos pobrecitos tenian de conocer á Dios, y el misterio de su redempcion, cuando nombraban tanto el nombre del Salvador, y por cumplir con su deseo, envió el vicario al pueblo algunas veces un religioso, que por intérprete les dijese algo de Dios. Pero no bautizaron á ningun infiel, porque como no habian de quedarse alli, no les pareció comenzar sementera, que no podian regar con doctrina y ejemplo, para que diese fruto. Los gentiles no tenian templo de ídolo, ni Dios alguno, que los españoles se los habian derribado. Tenian los ídolos escondidos en el monte, y allá los iban á adorar y sacrificar, y asi cada dia se hallaba sangre vertida por los campos, &c." Este fruto, que por falta de asistencia temieron aquellos religiosos con prudencial dictámen no poder coger; lograron los nuestros desde el año siguiente de cuarenta y seis, que vinieron de asiento á esta tierra, y comenzaron á predicar el Santo evangelio, y fundar esta provincia de San José de Yucatan. Y asi no parece buena la consecuencia, que la clerecia hace en el pleito que hay sobre unas doctrinas, diciendo: clérigo vino á la conquista con los españoles. Luego á la clerecia se debe la conversion de este reino de Yucatan. Dese á cada uno lo que es suyo, pues no es justa otra cosa, y denos Dios á todos la gloria, que es el fin principal á que deben mirar nuestras acciones. Su Magestad Divina las reciba para gloria suya y salvacion de nuestras almas. Amen. <223>
LIBRO CUATRO.
DE LA HISTORIA DE YUCATAN.
CAPITULO PRIMERO.
De la situacion, temperamento, frutos y cosas singulares
de la tierra de Yucatan.
Ya que se ha dicho, como y cuando se descubrió Yucatan, quienes la pacificaron y sujetaron á la corona de Castilla, como poblaron la ciudad de Mérida, y Villas de españoles, que hoy hay: me pareció referir ahora las propiedades de esta tierra, y de los indios naturales de ella, no con la latitud, que algunos quisieran, refiriendo por menudo su primer orígen, y de que partes pudieron venir, pues mal averiguaré yo ahora lo que tantos hombres doctos no pudieron asegurar en los principios de la conquista, inquiriéndolo con solicitud, como afirman: y sin que hoy haya papeles, ni aun tradiciones ciertas entre los indios de los primeros pobladores de quien decienden, por haber los ministros evangélicos, que plantaron la fé con celo de extirpar de todo punto la idolatria, quemados cuantos caracteres y pinturas hallaron, en que tenian pintadas sus Historias, porque no fuesen ocasion de recordarles sus antiguos ritos. Diré, pues, todo lo que he hallado, que me conste de las Historias y de escritos antecedentes, á estos, que se me han dado. El demasiadamente curioso podrá aumentar lo que le pareciere, con tal, que sea con la verdad que requiere una Historia, porque mi intento no es deleitar los ánimos con discursos varios, ni escribir libros de aventuras ó caballerias.
Está Yucatan tan cercado de el occeano, y mar del Norte, por tres lados, que al principio de su descubrimiento estuvo tenido por isla, llamándole la isla Carolina. Por la parte oriental la ciñe el golfo de Guanajos, que llaman Honduras, hasta la isla de Cozumél, que va corriendo al Nordeste y al Norte á Cabo de Cotóch, en cuyo espacio estaba la bahía de la Ascension, y en su playa se halla ambar, teniendo esto de distancia ciento y treinta leguas. Por la parte de el Norte, ó Septentrion, le baña el mar de barlovento, que pasa desde el golfo de Guanajos al seno, que llaman mejicano. Va corriendo por el paralelo de veinte grados, y cuarenta minutos boreales, hasta veinte y un grados, poco mas ó menos, en que tiene de costa setenta y seis leguas. Tiene por la parte occidental el seno mejicano, corriendo desde Punta delgada á Santa MARIA de la Victoria: al Sur hasta Champoton, lo demas al Sudueste sesenta leguas. El reino de Guatemala, con quien es Tierra firme hasta el Pirú, le cae al mediodia. Median entre esto <224> reino, y el de Guatemala las provincias de los Taitzaes (T'Ah Itza), Ceháches (Ah Ceh Ach), Campim, Chinamitas, Lacandónes (Lacan Tun), Locénes y otras, que á todas juntas han dado título de reino del Próspero, y al presente año de mil y seiscientos y cincuenta y cinco se están aun de guerra, y infieles, sin haberse conseguido su reduccion, aunque diversas veces se ha intentado, como se dice en sus tiempos. De donde consta tener esta tierra, que llaman Yucatan, doscientas y noventa leguas medidas por el aire; aunque en la disposicion, que las puntas, ensenadas y puertos tienen, corriéndolos, como ellos están, y incluyendo lo que pertenece á Tabasco, hasta el golfo de Guanajos, pasan de cuatrocientas leguas por tierra. Desde Tichél (Tix Chel) corre la costa Leste Oeste á Champoton (Chakan Poton), Campeche, puertos de la Desconocida, Santa MARIA de Zizal, Caucel, Telchac, Zinanché, Dzilan, Tabuzoz (Ti Buc Tzotz), Holcoben (Hol Coben?, Hol Koben?), por otro nombre Rio de Lagartos, playa del Cuyo, Bocas de Conil, y isla de Contoy, todo playa baja, que si no es en Campeche, es forzoso quedarse las naos muy afuera en la mar, aunque limpia de arrecifes con buenos surgideros. Cuantos navegan estos mares, van ó vienen de España á las indias, á la entrada ó salida, navegan estas costas de Yucatan, asi por lo dicho, como por tener enfrente á la parte de el Norte el puerto de la Habana (tan célebre, como ya sabe el mundo) distante el Cabo de San Anton, que está en aquella isla ochenta leguas, algo mas, ó menos de Cabo de Cotóch, Nordeste Sudueste. En esta demarcacion no deja de haber alguna variedad en los que la asignan; remítome á las cartas de marear, y á los mapas. Enfrente de Rio de Lagartos tiene unas islas, que llaman los Alacranes, y otra saliendo de Campeche, para la Nueva España, que llaman las Arcas, ambas bien peligrosas para los que navegan.
Es toda la tierra de Yucatan igualmente de temperamento caliente, tanto que en ningun tiempo de el año se llega á sentir frio, que lo parezca á la gente de España, y otras regiones semejantes. Desde Octubre á Marzo, que corren los Nortes, la refrescan, aunque en la parte que no dán, se siente el calor, sin hacer ejercicio alguno. Es tierra humeda y muy fértil, aunque muy pedregosa, y no corren rios por la superficie de ella; pero por señales que se han visto, es cierto corren por lo interior muy copiosos. Descubre en muchas partes diversas bocas, unas grandes y otras pequeñas, abiertas naturalmente en peña viva, que se pueden contar entre otras cosas prodigiosas, y suelen tener diez, doce estados, y mas de profundidad, hasta el agua, y otros tantos de ella. Hacen abajo, como capacidad de muy grandes estanques abobedados de peña viva, sin que se vea por donde les viene el agua, y en <225> ellos hay alguna pesca, especialmente de vagres. Entiende son rios subterraneos, y el agua es mas delgada, y mejor, que la de los demas pozos abiertos á mano, y en algunos se ha descubierto ser agua corriente. Nuestro convento de la Villa de Valladolid está lo mas dél fundado sobre uno de ellos, y es grande el espacio que hace abajo el agua, que dicen es casi, como dos cuadras. No falta quien afirme, que tener esta tierra tantas bocas de esta forma, es causa de que haya en ella muy pocos temblores, como los hay en Guatemala, Nueva España, y otros reinos de las indias, y llamanse comunmente Dzonót Cenote.
En el pueblo de Tabi hay uno de estos, del cual el bachiller Valencia en su relacion manuscrita, dice estas palabras. "Al mediodia, cuando los rayos del sol le hieren de lleno, se parece en la mitad del Zenóte una palma vistosísima, la cual he visto yo muchas veces en compañia de diversos españoles, vecinos de la ciudad de Mérida, que al proposito, han gustado de verla á la hora dicha." Junto al pueblo de Tikóh entre el Sur y el Poniente hay otro, á cuyo asiento llaman los indios Jká, que entrando á él alguna persona, si no retiene la respiracion, dicen, que muere luego, y asi no se atreven á entrar á él. En respirando, ó haciendo otro algun ruido, dicen que es grandísima la comocion del agua, y el ruido que hace, que parece yerve fuertísimamente, y que han muerto muchos indios forasteros, que no sabiendo lo que alli sucede, han llegado á sacar agua dél. Asi me lo afirmaron los indios de aquel pueblo, hallándome en el dia de San Pedro Apóstol deste año 1655, en presencia de su Guardian Doctrinero, que me dijo ser esto cosa muy asentada entre ellos por cierta. Lo mas es, que causa horror mirar estos Zonótes, ya sea de lo superior para abajo, ya al contrario por su gran profundidad.
Desde Cabo de Cotóch, hasta Champoton, no hay rio alguno, y en este pueblo hay uno (que baja de la parte del mediodia) en que hay muy buena pesca, y es tan caudaloso, que si no fuera la barra muy baja, pudieran entrar á asegurarse en él navios grandes, y tiene de los lagartos, que llaman Caimanes. En todo este espacio de tierra, hay sola una fuente ó ojo de agua, de que se forma un arroyo, que á poca distancia entra en el mar. Asi la mas agua, que en toda la tierra se bebe (donde no hay los Zonótes, que he dicho) es de pozos y norias cabadas por mano, y de muchas sale buena agua y delgada, que mejoran algunos curiosos colándola, y poniéndole al sol y al sereno, con que se purifica mas. En el pueblo de Chunhuhú, camino de Bakhalál hay un pozo con cuya agua cualquiera cosa se cueze, como con las demás; pero no los frijoles, que es una legumbre, como abas pequeñas, que aunque, les dén cuanto fuego puede imaginarse, siempre están duros. Muchos españoles lo han esperimentado. Cual pueda ser la causa, <226> no es lugar este de controvertirlo. A lo oriental desta tierra (en contraposicion de la otra fuente que se ha dicho, y está en Xampolól cuatro leguas de Campeche) hay un manantial de agua, cuya propiedad es estraña, que si llegan á beber della con silencio, está clara y buena, y en hablando se pone salobre, amarga y turbia. Muchos lo han esperimentado, y asi me lo han certificado personas de la Villa de Valladolid, en cuyo distrito y jurisdiccion cae, y llaman los indios al sitio donde está Hichi. A quien esto se le hizo estraño, lea á Baptista Fulgoso en sus colectaneas, y le hallará testigo de vista de otra fuente, que se enturbia hablando cerca della, y tambien si estándolo mire hácia atrás. Dice que hizo la esperiencia de ir mirando la fuente con silencio, y hallarla muy clara, y reposada, y otra vez hablar una palabra, y alterarse toda, como si la menearan, y enturbiaran con alguna cosa. Que diremos de la fuente, que Aristoteles llama Eleusina (y hacen mencion de ella Solino, y Enio poeta antiguo) de quien escribe Que tocando instrumentos de música en distancia, que pueda llegar el sonido á la fuente, se altera el agua, y crece hasta derramarse, como si sintiese la música verdaderamente. En una salina de aquel mismo territorio sale en medio de ella un ojo de agua dulce, y otro en lo de hácia Zizal en una salina, que llaman el puerto del Mariscal. Desta calidad ponen algunos autores otras en diversas partes, y una de ellas entre Sicilia y la isla llamada Enaria en la costa de Napoles, donde se coge agua dulce en la mar, que mana encima del agua salada.
Hay en Yucatan por los campos muchísimas cuevas y cabernas, y algunas, que es de admiracion ver la diversidad de cosas, que en ellas ha formado la naturaleza, condensadas de agua, que la tierra distila á ellas por sus poros. Las de Tikáx y Oxcutscáb son mas nombradas, y en la primera (que he entrado) se ven formas de campañas, organos, púlpitos, cepillas, como de iglesia formadas, y otras diversidades, que admiran. Una hay junto á Chichen Ytza, que dicen nadie le ha hallado término, y aun los indios han inventado sobre ella algunas fábulas. á poco trecho están muy escuras, y asi es necesario entrar con luces.
Es toda la tierra de Yucatan, que se habita, llana, aunque llena de arboleda muy espesa, que la hace montaña: todo su sitio muy pedregoso, y áspero de andar, por ser lo mas piedra incorporada con la tierra, que lo llaman laja; y asi si no es subiendo en alguna eminencia, se descubre poca distancia, pero por pequeña que sea la altura, se manifiesta la circunferencia de el orizonte, sin que tenga impedimento alguno la vista al Sueste de Mérida, y como al Sur de todo lo demas, que se habita, corre de Leste á Oeste la Sierra (que llaman) de altura tan corta, que solo siendo, como es lo demas tan llano, pudo dársele el nombre, porque no es mas que una loma, ó <227> ceja, que hace la tierra. Desde esto que llaman Sierra, cuanto mas va al Sur (aunque hace llanadas grandes) siempre se descubren mayores Sierras, hasta llegar á Guatemala, por donde dije en el primer libro haber pasado el marqués D. Fernando Cortes á aquel memorable viage, que hizo á las Hibueras ó tierra de Honduras, recien conquistado Méjico. Hay mucha abundancia de miel, por haber todo el año diversas flores; dicese ser muy sana, asi de colmenas, que se benefician como por los montes, en que la dá próbida la naturaleza: con que consiguientemente hay mucha cera: si bien con la continua y grande saca de estos dos géneros, y tala de los montes, que se hace para sacarlos, desde que se conquistó esta tierra, no es, ya tanta la abundancia como solia. Es grandísima la cosecha de algodon, de que se hacen diversos tejidos, y telas muy buenas, que corren por toda la Nueva España, y muchos hilados, que teñidos de diversos colores, sirven para labrados de ropa, que se hacen muy vistosos, y de gran primor. Cogese con mediana diligencia de los indios, y poco trabajo suyo, cantidad muy considerable de grana, que tiene buena salida para España. Hacese mucha jarcia de navios, si bien no es tan fuerte, ni durable, como la de cáñamo. En los puertos de Champoton y Campeche se fabrican algunos navios, estimados por la fortaleza de sus maderas. Muchas de ellas se van al fondo en el agua, y una que llaman Habin es tan dura, que necesita barrenar todo lo que ha de entrar la clavazon, porque haciendo violencia para que entre por gruesa que sea, antes dobla, que pase de donde llegó el barreno: pero lo que queda dentro lo conserva de tal fuerte, que cuando echan los navios al trabés, y los deshacen, está el hierro como el dia que lo clavaron. Hay grandísima abundancia del palo de tinte, que llaman Campeche, de que hay continua saca. Comenzose á beneficiar el añil, y cogiase muy fino, y en cantidad: pero mandó el rey, que cesase, por parecer su trabajo dañoso á la salud de los indios, como se dirá libro séptimo, capítulo tercero, y asi no se coge mas, que el necesario para el gasto de la tierra.
CAPITULO II.
De la abundancia de mantenimientos que hay en Yucatan,
y admirables edificios que en él se hallaron.
Por los montes de Yucatan hay gran multitud de venados, y puercos monteses, que tienen el ombligo al espinazo, y si muertos no se les corta luego, se corrompe su carne con mucha brevedad. Hay muchos pavos y pavas monteses, que tienen la pluma mas fina, que los domésticos, de que hay tambien grandísima abundancia, y estos comunmente se llaman gallos y gallinas de la tierra, y su ordinario valor es dos reales, <228> la gallina ó pava, y cuatro el gallo. Hay muchas tortolas, codornices, palomillas torcaces, algunas perdices, como las de España, aunque no en mucha cantidad, y otras diversidades de aves y pájaros, que son comestibles. Tantos conejos, que aun hasta en los solares poblados, juntándose algunos muchachos, los matan á palos, pero no son de tan buen gusto como los de España. Hay por la inculto de los montes, tigres y leones, si bien de estos no se han hallado de la grandeza, que en otros reinos. Dos especies, ó modos de zorros, unos, que la hembra tiene una bolsa abierta por la parte esterior del vientre, en que recoge los hijuelos, cuando son pequeños y huye, siendo sentida, y que la buscan, y asi lleva ocho y diez, que suele parir. Otros son de cuerpo mas pequeños, muy hermosos á la vista con manchas de diversos colores; pero sí se ven seguidos, evacuando la orina, no hay quien pueda parar con el mal olor en dos y tres cuadras, y si acierta á caer en alguna ropa, casi no es posible quitarlo, por la menos, sin que haya mucho tiempo de por medio.
Hay otros animales de diversas especies, y entre ellos muchas vivoras ó culebras, asi de las que llaman bobas, que no son ponzoñosas, y de estas algunas tan grandes, que ciñéndosele á un venado al cuerpo, lo matan y despues se lo comen; como de las venenosas, que matan con la ponzoña de su picadura. De estas hay diversas especies, unas que crian cascabeles, y dicen, que cada año uno: otras tan nocivas, que en picando á qualquiera animal, le hacen brotar sangre por todos los poros del cuerpo, y en veinte y cuatro horas el que mas dura, muere, sin que se haya hallado remedio eficaz para este veneno; como se esperimenta para el de otras especies, cuyas picaduras son mortíferas, si no se remedia con brevedad el daño recibido, para que es la medicina mas activa un poco de ambir desecho en zumo de limon, si le hay, y sino en agua tibia. Hay muchas formas de arañas venenosas, y entre ellas una, que el indio llama Ham (h-am), que al que pica le hace estar su veneno, repitiendo en el quejido, que le ocasiona el dolor, Ham, Ham, hasta que muere, y es pequeñita de cuerpo. Pocas, ó ninguna desgracia suceden por estos animales á los españoles, aunque si muchas á los indios, como andan continuamente por los montes.
Por ser tan crecido el número de los indios (respecto de los españoles, que viven en esta tierra) crian todos gallinas de Castilla; hay tantas, que ordinariamente valen á real en los pueblos de los indios, aunque llevadas á la ciudad de Mérida, su valor es real y medio. Hay tantas, porque aunque las crian los indios, es raro el que las come, ni aunque se esté muriendo y las tenga, no las matará, para regalo y alivio de su enfermedad; tan mezquinos son como esto. Criase mucho ganado de cerda, que cevado con maiz, es su carne muy sabrosa <229> y sana. El ganado bacuno no ha tenido el aumento, que en otras tierras, por la poca comodidad de pastos y aguas; pero hay lo suficiente para el gasto de los españoles, si bien con las hambres y pestes, de estos años antecedentes han quedado muy disipadas las pocas haciendas, que de este ganado habia, con que se ha encarecido. Todo es desdichas para los pobres, por ser el sustento ordinario de sus casas. Por la causa dicha es muy corta la crianza de carneros, ovejas y cabras, aunque este defecto suple para con los españoles la abundancia de gallinas de la tierra, y de Castilla, como gastan tan pocas los indios en su comer, y asi un carnero se come por vianda de regalo y estraordinaria.
Todas, ó las mas frutas de las tierras calientes de estos reinos se hallan en Yucatan con grandísima abundancia, y mas sabrosas que las he comido en otras. De las de Castilla se hallan ubas buenas, granadas, higos y melones escelentes, y estos los hubiera todo el año, si los sembraran. Las demas no producen, y ha sucedido sembrar pepitas de manzanas traidas de Nueva España, y salir guayabas, que es otra especie de fruta, que hay en estas partes, de que hay uno ú dos en la huerta de nuestro convento de Ytzamal, y algunos en la ciudad de Mérida, si bien las guayabas que estos dán, son de mas suave gusto, que las de los de por acá. En las huertas se crian muy buenos repollos, verzas, lechugas, cebollas, espinacas, azelgas, ajos, y otras legumbres. No se logran cardos, escarolas, y otras algunas. Hay muchos naranjos, cidros, toronjas, limas dulces y agrias, limones de la tierra, que son pequeños, y algunos de los grandes de Castilla. El año de mil y seiscientos y treinta y cuatro, que yo vine de allá á esta tierra, trajo algunos pies de ellos el capitan Alonso Carrio de Valdés, y habiéndose cogido de ellos limones dulces, como eran en España: de estos se han sembrado despues las pepitas, y creciendo los árboles producen los limones agrísimos, aunque de la misma grandeza, y parecer á la vista, la cual mudanza no ha habido en las naranjas.
Para que se vea la fortaleza de algunas maderas de esta tierra, diré una cosa, que causa admiracion. En el pueblo de Zotuta me dijeron (el año de mil y seiscientos y cuarenta y siete, principiando estos escritos) que hay una noria, en que habia entónces mas de cincuenta años, se puso para quicio ó asiento del juego de la rueda de una noria, un trozo de palo, en que se abrió el agujero, donde asienta el macho de ella; y siendo asi, que le han hecho muchos de acero en el discurso de tantos años, se han gastado con el movimiento continuo, y lo que se abrió para el asiento, está de la misma magnitud, que cuando se abrió, sin que cargando alli todo el peso y ayudándole el movimiento haya gastado cosa alguna. En los edificios antiguos (de que luego se dará razon) á las entradas de los aposentos hay unos marcos de madera tal, que <230> habiendo tantos siglos, que alli se pusieron, y patentes á todas las inclemencias de los tiempos, parece que ahora de presente están acabados de hacer.
Todos los sembrados de Yucatan son rozas de arboledas. No se le hace á la tierra mas beneficio, ni labranza, que quemar lo rozado, y con un palo hacer un agujero, donde sepultan todas las semillas, que se siembran en los campos, porque es imposible arar, ni cabar lo mas de ella, siendo tan pedregosa, como se ha dicho. Con todo esto es tan fértil, que ha habido curiosos, que hecho el computo de la gente que hay, y lo que necesita para su sustento, dicen, que sembrando cada indio una cantidad tan pequeña, que causa admiracion: aunque la cosecha fuera muy corta, no era posible hubiese hambre sensible en esta tierra. Pero son los indios tan holgazanes, que aun lo que necesitan para vivir, si á los mas no les compelen los caciques de sus pueblos á sembrarlo, andan despues hambreando, y haciendo veinte trapazas para sustentarse, que cosa vergonzosa verlos.
Halláse en ocasiones cantidad de ambar en la playa de la bahía de la Ascension, y gobernando el marqués de S. Floro, se halló una cantidad, que parece increible. Entre los muchos, que con grandes hambres y trabajos la andan buscando y tal vez pasan sobre ella, habiéndola cubierto la resaca del mar y otras no conociéndola un español anciano, llamado Fernando Landeras, tenia por criado un indio de gran conocimiento de ella. Hallo este indio un dia un pedazo tan grande, que le causó espanto, y escondiéndola, porque otro no diese con ella, vino y avisó al amo, que al instante fué con él al lugar donde quedó guardada. Admiróse el buen viejo, atónito por la grandeza, que fué de mas de siete arrobas de peso, como de la cualidad, por ser de la mejor que se ha hallado en esta tierra. á que ha de ser pobre, poco importan las ocasiones de ser rico, como pudo este buen viejo, que pródigo desperdició esta dicha, dando pedazos, vendiendo otros á menosprecio, y presentando graciosamente el resto, á quien pudo remediarle (sin darle cosa suya) y no lo hizo: con que á poco tiempo volvió á pasar lo que vivió con la pobreza antigua.
Era en los tiempos pasados tan sana esta tierra de Yucatan, que tratando de ella, dice el padre Torquemada estas razones: "Los hombres mueren de pura vejez, porque no hay las enfermedades, que en otras tierras, y si hay malos humores, el calor los consume, y asi dicen, que no son menester alli médicos." Esto pudo decir por aquellos tiempos, pero en los presentes, que la vivimos, se esperimentan en ella muchísimas enfermedades, y muy peligrosas, que necesitan de médicos científicos, porque aunque hay el calor que de antes, no consume los malos humores de que se originan, aunque mas con el sudamos.
Los edificios, que cuando se descubrió y conquistó esta tierra <231> se hallaron, fueron materia de admiracion ponderosa á los escritores, que dellos tuvieron noticia, y lo son para los que hoy ven lo permanente de ellos. Hay gran número por los campos y montes: algunos de ellos son grandísimas fábricas, en especial los de Uxmál, Chichen Ytzá, y otros que dicen hay al oriente del camino de Bolonchen de Ticul, yendo desde el pueblo de Nohcacab, y en ellos se ve juntamente lo que servia de templos, cuya forma se dice adelante. Junto al edificio del templo en algunas partes hay otro, donde vivian unas doncellas, que eran como monjas, al modo de las vírgenes vestales de los romanos. Tenian su superior, como Abadesa, á quien llaman Ixnacan Katum (ix nacom katun). La que está subida en guerra: por la guarda de su virginidad, y de las que estaban á su cargo. Si alguna violaba la castidad mientras alli estaba, moria flechada, aunque podian salir para casarse, con licencia de el gran sacerdote. Tenian portera para guarda de su recogimiento, y cuidaban del fuego que habia continuo en los templos, y si se apagaba, tenia pena de la vida, á quien le cabia tener cuidado de ello. En Uxmál hay un gran patio con muchos aposentos separados en forma de claustro, donde vivian estas doncellas. Es fábrica digna de admiracion, porque lo esterior de las paredes es todo de piedra labrada, donde están sacadas de medio relieve figuras de hombres armados, diversidad de animales, pájaros y otras cosas, que no se ha podido saber, quien fué los artífices, ni como se pudo labrar en esta tierra. Todos los cuatro lienzos de aquel gran patio (que puede llamar plaza) los ciñe una culebra labrada en la misma piedra de las paredes, que termina la cola por debajo de la cabeza y tiene toda ella en circuito cuatrocientos pies.
A la parte del mediodia le cae á este edificio otro, que se dice eran casas de morada del señor de la tierra: no es de forma de claustro, pero es la piedra labrada con las figuras referidas á el otro, y hay muchos menores por alli cercanos, que se dice eran de los capitanes y señores principales. En el del mediodia hay un lienzo en lo interior de la fábrica, que (aunque es muy dilatado) á poco mas de medio estado de un hombre, corre por todo él una cornisa de piedra muy tersa, que hace una esquina delicadísima, igual y muy perfecta, donde (me acuerdo) habia sacado de la misma piedra, y quedando en ella un anillo tan delgado y vistoso, como puede ser uno de oro obrado con todo primor: manifiestas señales de que fueron obras de perfectos artífices. Quienes fuesen se ignora, ni los indios tienen tradicion de ello. Algunos han dicho, que son obras de cartaginenses, ó Phenicios; pero esto comunmente se refuta con las razones generales de no constar por historias algunas haber pasado tales naciones á estos reinos. El doctor Aguilar dice en su informe, que los hicieron indios mejicanos; pero no hallo, que otro alguno diga tal cosa, y asi parece <232> solamente ser conjetura suya. La verdad se ha ignorado aun en el principio de la conquista, y ya no hay órden de hacer inquisicion de ella; pero la certidumbre de su magnificencia se ve manifiesta, y la pondera el obispo D. Fr. Bartolomé de las Casas en su historia apologética, con estas palabras: "Ciertamente la tierra de Yucatan dá á entender cosas muy especiales, y de mayor antiguedad, por las grandes, admirables y escesivas maneras de edificios, y letreros de ciertos caracteres, que en otra ninguna parte se hallan, &c." Y si lo hubieran hecho mejicanos, como dice el doctor Aguilar, con mayor razon se hallaran en la Nueva España.
CAPITULO III.
De las primeros pobladores de Yucatan, que tuvo señor supremo,
y como se dividió el señorio, gobernaban y trataban.
De las gentes que poblaron este reino de Yucatan, ni de sus historias antiguas, no he podido hallar mas razon de lo que aqui diré. En algunos escritos, que dejaron los que primero supieron escribir, y están en su idioma (demas de practicarse asi entre los indios) se dice, que vinieron unas gentes de la parte occidental y otras de la oriental. Con las del occidente vino uno, que era como sacerdote suyo, llamado Zamná (Itzam Na), que dicen fué el que puso nombres, con que hoy se llaman en su lengua todos los puertos de mar, puntas de tierra, esteros, costas, y todos los parages, sitios, montes y lugares de toda esta tierra, que cierto es cosa de admiracion, si así fué, tal division como hizo de todo, para que fuese conocido por su nombre, porque apenas hay palmo de tierra, que no le tenga en su lengua. En haber venido pobladores del occidente á esta tierra (aunque ya no saben quienes, ni como vinieron) convienen con lo que dice el padre Torquemada en su monarquia indiana. Que despues que los Teochichimecas tuvieron aquella tan espantable batalla para los Huexotzincas, y quedaron señores de el territorio de Tlaxcalan, habiendo hecho paces con los Teochichimecas las otras naciones por la fama de aquella victoria; tuvieron lugar de hacer sus poblaciones, y repartir sus tierras, y que de tal suerte fueron aumentándose y ocupando la tierra, que en poco mas de trescientos años se estendieron por la mayor parte de la Nueva España, desde la una costa del Norte, hasta la otra del Sur, corriendo todas las tierras medias, que hay al oriente, en que se incluye esta de Yucatan, hasta la de Hibueras ó Honduras; y asi por esta parte la gente yucateca parece ser descendiente de las familias Chichemecas y Aculhuas, que viniendo del poniente por las mansiones, <233> que el padre Torquemada refiere en los primeros libros poblaron la Nueva España.
Si de la parte oriental vinieron otras gentes, que poblaron esta tierra, ni entre ellos hay ya por tradicion, ni escrito, certidumbre de que parte viniesen, ni que gentes fueron, aunque se dice, que de la isla de Cuba. ¿Dificultad ocasiona, como viniendo de tan diversas partes unos y otros, hablan una lengua tan antigua, que no hay noticias haya habido otra en esta tierra? Pero pudo ocasionarlo, que habiendo sido los unos mas que los otros: ó por guerra, ó trato y comunicacion, emparentando unos con otros, prevaleciese el idioma, usos y costumbres de los que eran mas, que se llevaron tras si á los menos. Por la diversidad tan grande que hay entre el idioma yucateco y mejicano, parece que debieron de ser los mas pobladores de esta tierra, los que vinieron de la parte oriental, y aun los mas antiguos, pues el indio Zamná (Itzam Na), que vino con ellos, fué el que puso nombres á los parajes y tierras, como se dijo. porque si esotros fueran, ellos se los pusieran. Lo contrario dice el padre Lizana, porque dando razon de como llamaban estos indios al oriente, Cenial (Dze Emal), y al poniente, Nohnial (Noh Emal), y el primero significa la pequeña bajada, y el segundo la grande, dice. "Y es el caso, que dicen, que por la parte del oriente bajó á esta tierra poca gente, y por la parte del poniente mucha, y con aquella silaba entendian poco, ó mucho al oriente y poniente, y la poca gente de una parte, y mucha de la otra." El lector juzgará lo que mejor le pareciere.
Esta tierra de Yucatan, á quien los naturales de ella llaman Máya (Maya) fué gobernada muchos tiempos por un señor supremo, y el último descendiente de ellos fué Tutul Xiu, el que era señor de Maní, y sus comarcas, cuando voluntariamente vino á dar la obediencia, haciéndose amigo de los españoles, dia de S. Ildefonso, año de mil y quinientos y cuarenta y uno, como queda dicho. Asi parece haber tenido gobierno monarquico, que segun el mas valido sentir de los escritores, es el mejor para la conservacion de los reinos. Tenia este rey por cabecera de su monarquia una ciudad muy populosa, llamada Mayapan (de quien debia de derivarse llamar á esta tierra Maya) que por guerras, y discordias entre él, y sus vasallos, siendo solo justicia el mayor poder de cada uno (infelices tiempos, en que no tiene el señor supremo igual el poder con la justicia) acabó este gobierno, revelándosele muchos señores y caciques, dominando cada uno la parte que podia conservar, y estando siempre en continuas guerras, como los hallaron los españoles (en division de estados, como de duques y condes, aunque sin reconocer superior) cuando descubrieron estos reinos. Quedar Yucatan sin supremo señor totalmente, cuando la ambicion de los particulares, uniendo sus fuerzas, y coligándose para conseguir su intento; le ordenaron á la destruccion de la ciudad de Mayapán corte del, <234> reino, y la asolaron, cerca de los años del Señor de mil cuatrocientos y veinte (segun el computo de las edades de los indios) á los doscientos y sesenta años de su fundacion. Con esta rebelion se ocasionó quedar el que era rey y señor supremo de todo Yucatan, con solo el señorio de Maní, y sus comarcas, donde se retiró destruida la ciudad de Mayapán, que era donde hoy se ven las ruinas de edificios, que hay junto al pueblo de Telchaquillo. Dejaronle con esto, parte la fidelidad de aquellos vasallos, que no le negaron la obediencia debida, y parte la permision de los rebeldes, que conocian no tener ya mas fuerza, que cualquiera de ellos, para poder sujetarlos, ó tratar cada uno de conservar lo adquirido, ó aumentarlo, pues despues unos á otros se hacian guerra por quitárselo.
Cuando los señores de la ciudad de Mayapán dominaban toda la tierra les tributaba. El tributo era mantas pequeñas de algodon, gallinas de la tierra, algun cacao, donde se cogia, y una resina, que servia de incienso en los templos, y todo se dice era muy poco en cantidad. Todos los vecinos y moradores, que vivian dentro de la cerca de la ciudad de Mayapán, fueron libres de tributo, y en ella tenian casas todos los nobles de la tierra, y por el año de mil y quinientos y ochenta y dos (que se escribió la relacion de donde saco esto) se dice, que reconocian alli sus solares todos los que se tenian por señores y nobles en Yucatan. Ya con la mudanza de gobierno, y poca estimacion, que de ellos se hace, ni parece que cuidan de ello, ni casi les sirve de mas, que de no pagar tributo la atencion, que muchos tienen á conservar su nobleza para la posteridad de sus descendientes; porque hoy los de Tutul Xiu, que era el rey y señor natural por derecho, si por sus manos no trabajan en oficios manuales, no tienen que comer, que no parece indigno de considerarse. Los nobles de Mayapán servian en los templos de los ídolos en las ceremonias y fiestas, que por su órden tenian señaladas, asistiendo en ellos dias y noches, y estos, aunque muchos tenian vasallos, reconocian al supremo señor, y le servian en las guerras.
Los que vivian fuera de la ciudad, y su cerca, y en lo restante de la provincia, eran vasallos, y tributarios, no siendo de los que alli tenian casas como solariegas, pero muy favorecidos de sus señores, porque ellos mismos les servian de abogados, mirando por ellos con gran solicitud, cuando les ponian alguna demanda. No eran obligados á vivir en pueblos señalados, porque para vivir y casarse con quien querian, tenian licencia, á que daban por causa la multiplicacion, diciendo, que si los estrechaban, no podian dejar de venir en diminucion. Las tierras eran comunes, y asi entre los pueblos no habia términos, ó mojones, que las dividiesen: aunque si entre una provincia y otra, por causa de las guerras, salvo algunas hoyas para sembrar árboles fructiferos y tierras, que hubiesen sido compradas <235> por algun respeto de mejoria. Tambien eran comunes las salinas, que están en las costas de la mar, y los moradores mas cercanos á ellas solian pagar su tributo á los señores de Mayapán con alguna sal de la que cogian.
Los indios (dice aquella relacion) que eran muy partidos unos con otros, tanto, que caminando cualquiera, no solo hallaba hospedaje de casa donde recogerse, pero de comer y beber, sin interes alguno de paga, aunque si los mercaderes: costumbre, que muchos caciques observaban con pobres españoles caminantes. Muy poco se ve hoy de esto, ni entre sí, ni para con los españoles. No comian mas que una vez al dia. el tiempo una hora poco mas ó menos, antes de ponerse el sol, y asi les servia de comida y cena. Solamente en los convites y fiestas comian carne, y dice la relacion, que nunca la humana, y lo afirma tambien el aumento de la descripcion de Ptolomeo, si bien dice, que con crueldad sacrificaban á los que prendian en las guerras, y por falta de ellos, ó malhechores, compraban de los comarcanos niños y niñas para los sacrificios, y por las historias generales parece que la comian. Vense lo que dijo Gerónimo de Aguilar, habiendo estado (como consta en esta) ocho años en poder de estos indios cautivo, antes que los españoles descubriesen á Yucatan. Dice tambien, que no eran dados al pecado nefando, pero lo contrario se puede colegir de las figuras de ídolos, que Bernal Diaz en el principio de su historia dice que vieron.
Los señores eran absolutos en mandar, y hacian ejecutar lo que ordenaban con seguridad. Tenian puestos caciques en los pueblos, ó una persona principal para oir los pleitos, y públicas demandas. Este recibia á los litigantes ó negociantes, y entendida la causa de su venida, si era grave la materia, la trataba con el señor. Para haber de resolverla, estaban señalados otros ministros, que eran como abogados y alguaciles, y asistian siempre en presencia de los jueces. Estos y los señores podian recibir presentes de ambas partes, los cuales servian de memorial, y escritura (no parece que estaba la justicia muy segura, donde era obligatoria esta costumbre) observándose de tal suerte, que para cualquiera cosa que se ofreciese, pareciendo ante el señor, habia de llevársele algun presente, y hoy dia lo acostumbran (aunque es cosa de fruta, ó semejante) cuando van á hablar á quien reconocen superioridad alguna, y sino se les recibe, lo sienten mucho, y se tienen por afrentados. No acostumbraban escribir los pleitos, aunque tenian caracteres con que se entendian (de que se ven muchos en las ruinas de los edificios) resolviánse de palabra, mediante los ministros referidos, y lo que allí se determinaba, quedaba rato, y permanente, sin que se atreviesen las partes á obrar contra ello. Pero si el negocio que se habia de tratar era con muchos, hacíanles un convite á todos, juntos, y despues comunicaban <236> el intento, á que se seguia determinar la resolucion del negocio.
En las rentas y contratos, no habia escritos que obligasen, ni cartas de pago, que satisfaciesen; pero quedaba el contrato valido, con que bebiesen públicamente delante de testigos. Esto era particularmente en ventas de esclavos, ó hoyas de cacao, y aun hoy (dice) lo usan algunos entre si en las de caballos y ganados. Nunca el deudor negaba la deuda, aunque no la pudiese pagar tan presto; pero quedaba asegurada para los acreedores confesando, porque la muger, hijos y parientes del deudor la pagaban despues de su muerte. Hoy algunos españoles, se dice, que con violencia las cobran de los parientes del deudor indio muerto ó huido, aunque no haya dejado una mazorca de maiz suya, y aun quiera Dios no se haga á veces la cobranza de los vecinos, no mas de porque lo son, y esto por antes de quien tiene obligacion de administrarles justicia. Los confesores les ajustarán sus conciencias, y en el divino tribunal conocerán la gravedad de esta materia. Si el deudor era pobre, ó incurria en pena pecuniaria asignada á algun delito; todos los del linage se juntaban, y pagaban por él: principalmente, si el delito se habia cometido un malicia, y tambien el señor, cuyo vasallo era, solia pagar esta pena pecuniaria.
En las guerras, que por su ambicion hacian unos á otros, se cautivaban, quedando hechos esclavos los vencidos que cogian. En esto eran rigurosísimos, y los trataban con aspereza, sirviéndose de ellos en todos los trabajos corporales.
En los bastimentos no habia posturas, porque siempre valian un precio, solo el del maiz solia subir, cuando faltaba la cosecha, y nunca pasaba la carga (que es media fanega de Castilla) de lo que ahora vale un real poco mas
La moneda de que usaban, era campanillas y cascabeles de cobre, que tenian el valor, segun la grandeza, y unas conchas coloradas, que se traian de fuera de esta tierra, de que hacian sartas al modo de rosarios. Tambien servian de moneda los granos del cacao, y de estos usaban mas en sus contrataciones, y de algunas piedras de valor, y achuelas de cobre traidas de Nueva España, que trocaban por otras cosas, como en todas partes sucede.
COGOLLUD.TM1 Continued
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